Bollos resecos con chicharrones viejos

Por: Por: Julio César Caicedo Mendieta -

Ni bollos resecos con chicharrones viejos merecen los que critican los esmirriados y tardíos aumentos a los jubilados, por ejemplo: He escuchado opiniones mezquinas de pensionados con mucha plata, como el nefasto calvo Abadía (ya veo por qué ningún calvo entra al cielo), advirtiendo que el dinero del Canal no debe ser esperanza para beneficio de los viejos que verdaderamente nos hemos jodido por este país.

En lo que debe destornillarse criticando ese pequeñito ex alto funcionario, a quien a sus espaldas las aseadoras de la agonizante CSS le decían “jupa de ajo” por cocobolo, es protestar por la fuga inmensa de nuestros ingresos en cada gobierno, lo que ha provocado sentimientos masivos de inconformidad en Panamá por el desgreño y la robadera de los políticos, por la ineficiencia de las instituciones, por las desigualdades manifiestas, en fin, que diga algo por los millones que se esfuman en la compra de carros cada cinco años para petrimetres y funcionarios del Estado.

Que comente si está bien que a los legisladores y ministros se les otorguen vehículos nuevos cada cinco años, combustible y prebendas, ganando ellos un sueldo excesivo. ¿Sabe Ud., Abadía, cuántos millones de dólares de nuestros impuestos caen en saco roto todos los años porque no reditúan en nada a la nación las excusas para el despilfarro?

Declare entonces sobre los viajes inicuos al exterior de funcionarios con funcionarias, de los jugosos viáticos por reuniones matatiempo. Resumiendo,Ud. ha dejado un sabor adobado con manteca de culebra brava, que ha estimulado una crispación intensa en amplias capas de la sociedad.

Donde vivo, acá en la cordillera coclesana, sobreviven panameños que cortaron caña la mejor parte de sus vidas y que se jubilaron casi muertos y con vinagrera en las corvas del espinazo, recibiendo una pensión “mochada” en un 40 por ciento; hay campesinos que no reciben ni 100 dólares al mes. Tenga piedad, por DS, pero no se una a nosotros los pobres, que podría contaminar nuestras oraciones y plegarias, que solo aspiramos a desayunar con gusto yuca hervida con café caliente.

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