Caerse
El muchacho de dieciséis años era de "alante-alante". Iba al colegio cuando le daba la gana (que eran pocos) Tomaba sus "cervecitas". Ante compañeros de salón se
El muchacho de dieciséis años era de "alante-alante". Iba al colegio cuando le daba la gana (que eran pocos) Tomaba sus "cervecitas". Ante compañeros de salón se había convertido en una especie de "héroe". Sobre todo al invitar a unos jóvenes para pasar "un buen rato" con ellos. Por lo menos contaminó a un compañero con su forma de vida.
Terminando la escuela recibió lo que "había sembrado"; como dirían productores de porotos en Caizán. Fracasó en todas las materias y perdió el año escolar. Su admirador se salvó "rozando", pues rehabilitó varios fracasos. El joven "vivo" tenía una realidad familiar negativa. A su padre no le importaba.
Siempre estaba ocupado con su trabajo y su nueva pareja. La madre luchaba con un trabajo estresante y no atendía a su hijo. La solución fue enviarlo con una abuela que no podía orientarlo y controlar su desenfreno juvenil. Esta historia no tiene nada de raro y ocurre en Panamá y otros países con frecuencia.
Es una de las razones de los miles de fracasos escolares de todos los años. Se retrasa la formación de esos jóvenes y causa la pérdida de millones de dólares al Estado panameño. Con este caso funciona el viejo refrán que dice "para estar colgando es mejor ¡caerse! Del suelo no pasará y de allí tiene que ir para arriba".
Comprendió el joven la lección de vida... y comenzó a subir. Decidió estudiar por la noche y terminar el bachillerato. Hasta pensaba qué oficio haría como adulto. A veces los padres protegen mucho a sus hijos. No comprenden que es positivo que vayan tomando decisiones sobre su futuro. Después de todo, no habrá padres para siempre...
Hay dos maneras de aprender a vivir. Una es a base de orientaciones y consejos. No solamente nos las darán los familiares, sino la escuela, iglesia y hasta amigos que están en el buen camino. La otra forma es "aprender por experiencia propia", que lleva golpes y tropezones que los padres no quieren que ellos sufran.
Hoy pueden conspirar contra la enseñanza familiar ciertos medios de comunicación con mensajes negativos, malas amistades como "pandillas", etc. A veces los padres no pueden con la influencia perjudicial "de la calle" en algunos adolescentes.