Opinión - 13/7/12 - 08:29 PM

Canasta de acero

Por: Fermín Agudo A. -

Pensé hasta el cansancio grabar este título en el papel, pero pude discurrir que la memoria es la soberana de nuestros recuerdos y que los guarda modosamente para la posteridad. Y posándolos con cuidado para extraerlos luego, pude acreditar que ya los anaqueles están enmohecidos no saliendo de ellos algo de gran provecho. Creo no estar equivocado, cada día que cursa, un artículo sube de precio, aumentando la cualidad dubitativa de nuestros bolsillos, entregados a la despreciable misión de andar vacios perseverantemente. ¿Cómo terminará todo esto?.

Lo cierto es que no dispongo de una buena vara mágica para poderlo predecir. Para el hombre de pensamiento le es cuestionable precipitarse en una ceguera letárgica, perdiendo irrevocablemente todos los caminos. La precariedad extiende sus macabros dominios, viviendo las ambiguas visiones de los cuentos de hadas.

Convengo al pensar que la voluntad puede jugar un rol poderoso en la solución de esta maraña que cada segundo, como cruel vehículo destructor, preconiza a los cuatro puntos cardinales el deseo de soliviantar nuestras queridas esperanzas. La tenencia del dinero es muy controversial, pocos lo logran apresar y a muchos se les fuga.

En los momentos de tribulación mental me pregunto ¿Cómo podremos llenar las vísceras de movimientos vertiginosos y de apetitos insaciables, contando sólo con una enredada mezquindad, engañando a los carrillos enloquecidos? Caminando por estos linderos en compañía de un pueblo que sufre mal de flato, la economía productiva del país sufrirá un trauma de consecuencias impredecibles e inenarrables, porque no podemos laborar con el estómago vacío.

¿Cómo es dable avanzar sin zaherir el sentimiento ajeno atacado por los ciclones de la sublevada sobrevivencia? Avanzar llevando el peso de esta intolerable canasta trágica es tarea de cíclopes, no de los pobres mortales con energías en procesos de decaimientos precipitados.


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