Cárceles
Se ha dicho, y no sin razón, que las cárceles son “universidades del crimen”, esta dolorosa realidad se ve acentuada dramáticamente ante ingredientes adicionales como el hacinamiento y la falta de recursos para atender a los privados de libertad.
La reciente protesta de reclusas y custodias del centro femenino de rehabilitación, las periódicas asonadas de la población carcelaria a lo largo y ancho del país, deben de ser un aldabonazo a la conciencia nacional.
La pena como castigo al delito, debe de tener un fin re socializador de modo tal que el delincuente, una vez cumpla su deuda con la sociedad, pueda reingresar al cuerpo social, sin estigma ni prejuicio.
Por ello se hace necesario que nuestras autoridades carcelarias brinden recursos y atención a la población de reos del país, para salvar y reinsertar al seno social al condenado una vez cumplida la pena, pero para ello hay que atacar con determinación y carácter el hacinamiento carcelario que es caldo fértil de continuidad del delito, aun en la prisión y un serio obstáculo a la regeneración del delincuente.
El proyecto de la Nueva Joya, debe llenar ese vacío. Las nuevas instalaciones deben ser inauguradas el 1 de abril tras una inversión de $158.5 millones
Se promueve que será una de las prisiones más grandes, modernas y seguras de Latinoamérica, con que se pretende solucionar de forma definitiva el hacinamiento que existe en las cárceles panameñas.
Además de los pabellones, garitas de vigilancia, cerca perimetrales y sobre todo un área educativa, que es primordial para tratar de reinsertar a los reclusos a la sociedad