Corpus Christi

Por: Por: Roquel Iván Cárdenas [email protected] -

En la fiesta del Corpus Christi, la Iglesia revive el misterio pascual a la luz de la resurrección. En Israel, la noche de Pascua se celebraba en casa, en la intimidad de la familia, en donde se hacía memoria: «Moisés convocó a todos los ancianos de Israel y les dijo: “Vayan a buscar un animal del ganado menor para cada familia e inmolen la víctima pascual. Luego tomen un manojo de plantas de hisopo, mójenlo en la sangre recogida en un recipiente y marquen con la sangre el dintel y los dos postes de las puertas; y que ninguno de ustedes salga de su casa hasta la mañana siguiente. Porque el Señor pasará para castigar a Egipto, pero al ver la sangre en el dintel y en los dos postes, pasará de largo por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en sus casas para castigarlos”» (Éxodo 12, 22ss).

En la otra noche santa, Jesús sale y se entrega en las manos de nosotros los pecadores para vencer el pecado y la muerte. De esta forma, el don de la eucaristía se realiza en plenitud. En la fiesta del Corpus Christi reanudamos este misterio con la alegría de que el Señor ha vencido. Como Jesús nos prometió: “Pero este es el pan que desciende del cielo, para que aquel que lo coma no muera. Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo” (Juan 6, 50s). Como nos enseña el papa Benedicto XVI en la exhortación apostólica “Postsinodal Sacramentum Caritatis” en el numeral 30: “…El hombre ha sido creado para la felicidad eterna y verdadera, que solo el amor de Dios puede dar…”.

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