Crecer en la década de los 30
Tras la caída de la bolsa de Nueva York, el efecto dominó del “jueves negro” estalló en los albores de la década de los 30, escurriéndose por toda América hasta sacudir la economía del Istmo. Poco después, un golpe de Estado nos despertaba del letargo de la política. Eran tiempos espinosos, pero a pesar de las dificultades, los recuerdos de aquellos años hoy nos roban una sonrisa.
La luz eléctrica cambió la vida de muchos, especialmente porque su costo mensual era una pequeña fortuna: 25 centavos.
El sueño de casa propia existía solo para unos cuantos. Los cuartos de alquiler eran una solución para los solteros y las parejas jóvenes. Dentro de las estrechas paredes de madera encontrabas todo en uno: la recámara, la sala, el comedor y la cocina. Al terminar el mes, se pagaba 6 dólares por el espacio, el uso del agua y el servicio de conserje.
La hora de comer era sagrada y austera. Las estufas se alimentaban de querosín y cada galón costaba 15 centavos. El modelo de dos fogones de la marca Perfection pagado a crédito, te lo llevabas a casa por 15 dólares.
Conservar el agua fresca y las botellas “rompepecho” de soda Royal Crown en su punto era un reto. Las neveras no eran eléctricas, funcionaban con barras de hielo que a duras penas llegaban al fin del día. Si aun así te animabas a comprarlas, con 20 dólares era tuya.
Las compras eran meticulosamente planificadas, especialmente para las familias numerosas. Se conseguía de todo un poco: 5 michas de pan por 10 centavos, un sobrecito de café a 5 centavos, leche evaporada en lata por 10 centavos, queso blanco, 10 centavos. Y para darse un lujo de vez en cuando, un cuarto de mantequilla de la buena, por 15 centavos.
Para olvidar las penas, una noche de fiesta salpicada con un “rum and coke” a 25 centavos y besos gratis en el reservado.
Con el correr de los años, llegaron los buenos tiempos y el mundo entero finalmente se puso de pie para recibir la década de los 40 con optimismo. La aventura de crecer en esos días solo se compara con la maravilla de recorrer el camino que me trae hasta hoy, junto a todos ustedes.