Después de mañana

Después de mañana

Después de mañana

Por: José Raúl Mulino Q. Exministro de Seguridad Pública -

El título de mis reflexiones de hoy no guardan relación con fechas, sino sobre la realidad que enfrentaremos cuando acabe esta administración. Ese mañana no será necesariamente el 1 de julio de 2019. Será después. Cuando todo empiece.

Me esforcé en mi campaña a pensar a profundidad en el país y en aquellas cosas que consideraba vitales para comenzar de nuevo, no para ahondar en el fracaso. Esos temas que esbocé guardaban relación con cambios profundos a lo que hoy conocemos como sistema. Hablé en solitario. Triunfó el clientelismo, mismo que triunfará el otro año con otro nombre de persona. Digo esto porque no he escuchado, a la fecha, nada que me convenza que los que aspiran desean en realidad cambiar para empezar. Si vemos donantes, entendemos la fortaleza de insistir en el “status quo”.

Es natural que me llegue información de todas partes motivadas en toda suerte de ideas. La que prevalece es buscar ganar por el triunfo mismo, aunque luego no se tenga claridad de qué hacer con el poder. Varela demostró a un costo altísimo lo que eso significa. De lado y lado suenan nombres para puestos, algunos hicieron campaña repartiendo lo que aún no se tiene, como si el país estuviera en etapa de repartir en vez de una seria etapa de aportar.

Lo sucedido esta semana con la visita del secretario de Estado Pompeo advierte que la relación con EE.UU. ha tomado un giro distinto. Venezuela y Nicaragua no fueron el plato fuerte, aunque quizás complementario en el que Panamá poco será lo que aporte. En ambos países se entenderá a la mala el cambio al que los someterán. Narco y migración irregular son recurrentes. El tema aquí es China y su entrada a Panamá y la región. Ese factor será observado con cuidado por dos razones: corrupción y seguridad. Ambas cosas harán que la nueva administración deba tener un enfoque amplio y coherente respecto de estos dos temas si quieren llevar la fiesta en paz. China vino para quedarse y su llegada está iniciando. Su impacto aún es imperceptible. Como nación no hemos debatido el tema, aunque se ensaya un TLC que ojalá conlleve más y mejores consultas. Los chinos no ven su futuro en quinquenios.

Los precedentes de la semana en materia fiscal fueron otro llamado de atención. Resolver problemas sociales, que nadie dice que no se deben atender, aumentando impuestos determinados. Como la fórmula de "los dineros del Canal" les resultó imposible, ahora ensayan impuestos puntuales como si la cosa se queda allí. Varela debe vetar ese absurdo, ensayado desde una Asamblea que no piensa en otra cosa ya que en ganar en mayo para no pagar cárcel después. Y pensar que la que elijamos en mayo será mayoritariamente la misma, sobre todo en términos de calidad. Tramo final complejo el que nos viene. Una agonía de pocos, con ganas de correr, pero que nos afecta a todos que esperamos continuar aquí.

El mañana al que me refiero empieza en mayo, cuando el lunes 6 amanezcamos con un nuevo gobierno. ¿Se terminó Varela integralmente entendido? ¿Será nuevo lo que viene, o será más o menos lo mismo por el temor de enfrentarse a los cambios profundos que el país requiere, pero que el "establishment" se niega a afrontar porque afecta "el clima propicio para las inversiones"? Ya escribí hace unas semanas sobre ello, concluyendo que ninguno de los aspirantes se atreverá a enfrentar esa masa crítica de influencia que aspira a cambios para que nada cambie. Por ello, al leer sus enunciados de problemas, a manera de propuestas, se van por las ramas, vagando en lo ambiguo y temeroso, demostrando poco fondo y mucha alharaca.

Dice un sabio refrán que "si no sabemos para dónde vamos, cómo sabremos si hemos llegado". Siento que en eso estriba el mañana de mis reflexiones. Los factores de poder se creen convencidos de sus realidades y en la periferia, los manzanillos del sistema aplauden y justifican. La decisión de mayo, al menos para mí, es crucial, trascendente y me esmero en consultarla. El quinquenio que para unos será ensayo, para otros, al acecho, puede ser el comienzo a partir del fracaso y, entonces, Venezuela y Nicaragua deberán ser laboratorios obligados para encontrar las salidas a los propios picaportes que hemos puesto a nuestras puertas.

En la graduación de mi hijo en Incae el viernes, su rector, Enrique Bolaños, dijo en su discurso, a propósito de su experiencia en su natal Nicaragua, que "no hay prosperidad en un Estado fallido", cuando reflexionaba sobre el éxito y el fracaso en la toma de decisiones en los países. Gran aporte a la reflexión el realizado por el señor rector.

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