Dios es dueño de su vida

Por: Rómulo Emiliani Monseñor -

Monseñor Emiliani, ya estoy dispuesto a acabar con mi vida. Nada me sale bien. Todo mi dinero lo invertí en un negocio y fracasó por culpa mía. No le hice caso a un tío mío que me asesoraba y yo creía que sabía más que él y que nadie. Total, me enredaron con unas acciones que en verdad no valían nada con una empresa quebrada. Ya es la tercera vez que pierdo dinero mío y de otras gentes en negocios que han fracasado. Al lado de mi cama en la mesita de noche tengo una pistola y he estado tentado a usarla contra mi persona. Estuve casado y también fracasé. Ya ella está casada de nuevo y yo no consigo a nadie que me quiera. A mis dos hijos ya no los veo en parte porque no quiero que sepan de la situación en que me encuentro. Ya ni me afeito por días y me la paso durmiendo o viendo televisión, y estoy engordando: como a todas horas.

Me tomo al día más de diez latas de cerveza y no quiero ver a nadie. Ya en un par de meses se me acabará la plata que tengo guardada en el banco. Entonces sí me mataré. No lo he hecho porque tengo algo de miedo a Dios. Hace un par de años iba a misa y participaba de un grupo de la renovación carismática. Ya sufría de depresiones, pero eran más pasajeras. He desconectado el teléfono porque no quiero hablar con nadie.

Estimado señor, usted está vivo, y la vida es el don más sagrado que hay después de Dios. Y por otro lado, Dios Padre en Cristo Jesús está en usted porque no está solo. Nunca ha estado solo. Él siempre ha estado con usted. Mire que su vida es infinitamente más importante que el dinero, que es solo un medio para vivir y se puede recuperar; en cambio, la vida no. Y aunque no se recuperara el dinero, lo importante es que usted sí puede recuperarse espiritual y emocionalmente.

Además, yo creo que usted está más deprimido por haber fracasado, y eso no se lo perdona, que por el dinero que ha perdido. Tenga mucho cuidado con la depresión. Tiene todos los síntomas de esa peligrosa, nefasta y letal enfermedad.

¿Quién no ha fracasado en la vida y más de una vez? La vida es una lucha en la que se camina y se cae y uno se levanta y sigue adelante.

Vamos, deje ya de estar en esa cama y de ver televisión. Levántese, vaya a caminar muy temprano en la mañana a paso rápido y respire hondo, y hable con Dios y dígale que usted lo ama y lo quiere servir y que quiere vivir. Vaya al templo, vuelva a la renovación y confiésese. Perdónese a usted mismo por los fracasos y dígase que hay cosas más valiosas que el dinero.

Esa pistola que tiene vaya a botarla o véndala, pero no quiero que tenga esa arma ni un día más en su casa. Vaya a visitar a sus hijos. Trabaje en lo que esté usted preparado, y si no encuentra empleo, acepte cualquier trabajo, porque no hay ocupación indigna si es honesta, y ocúpese todo el día haciendo algo. Vuelva a sus amistades y no tenga pena por haber fracasado. Los que son amigos de verdad lo aceptaran como es usted. Mírese a usted mismo con amor y respete la vida.

Por otro lado, mire a su lado y verá que la situación económica nacional está bien complicada y mucha gente ha perdido empleo, han quebrado empresas, en muchos hogares se pasa hambre; pero las personas afectadas no optan por matarse, sino que siguen adelante, luchan y buscan cómo sostenerse.

Luche contra su complejo de culpa. Usted se está recriminando injustamente su fracaso y pérdida económica. Vivimos en un mundo comercial y de negocios muy frágil. Se gana y se pierde. Perdónese y siga adelante.

Y ya sabe, Dios quiere lo mejor para usted y le manda que defienda su vida, aprecie su existencia, que es un regalo de Él, y además, el Señor es el único dueño de su vida. Él lo ama plenamente y lo acepta con sus fracasos, porque Él es su Padre y nunca lo dejará, y con él usted es invencible.

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