El arte de contar la verdad
Ha sido definido como ventana al mundo, perro guardián, constructor de la realidad; como mentiroso, propagandista, un mercenario del poder, el detective del pueblo o el garante
Ha sido definido como ventana al mundo, perro guardián, constructor de la realidad; como mentiroso, propagandista, un mercenario del poder, el detective del pueblo o el garante de la democracia, pero todo el mundo lo conoce como el periodista. Esa extraña raza de hombres que habita en la redacción de un periódico, radio o televisión, que lucha por contar la verdad.
“Todos nosotros –periodistas, escritores, comunicadores- sólo escribimos y decimos lo parcial para contestar a lo incompleto”. Así definió la profesión el escritor mexicano Carlos Fuentes.
En estos tiempos que corren, el buen periodista es más necesario que nunca. Paradójicamente, los buenos periodistas son acusados hoy de antipatriotas o mentirosos al servicio del enemigo. Es lo que Condolezza Rice denominaba la “prensa incómoda”. Estaba hablando de los periodistas cesados en mitad de la guerra del Golfo por atreverse a hacer bien su trabajo, de los periodistas asesinados.
Pablo Ordaz, periodista de El País, denunciaba hace unos días que el periodismo se había vuelto un mero conductor de declaraciones institucionales. El trabajo frenético, la falta de tiempo y de medios, dificultan la búsqueda de la verdad en el día a día de la profesión. La investigación y la confrontación de fuentes son lujos que sólo se concede el buen profesional, ese que vive en la sombra y desde ella teje el relato de los hechos.
Después de la revolución tecnológica, es necesario una revolución de contenidos, acercarse a lo global desde lo local. “Seamos generosamente universales a fin de ser provechosamente nacionales”.
Aún quedan muchas puertas por abrir en la profesión, muchos campos por explorar. El periodismo social se abre paso entre las secciones de sucesos y sociedad. Puede que en el futuro los periódicos se den cuenta de que lo humano también vende.