Fantasmas de la felicidad

Por: Por: El Hermano Pablo Un Mensaje a la Conciencia -

Elisa Sierra, mujer de 40 años de edad con retraso mental, no podía creerlo. Ahí, en medio del andén, había un fajo de billetes. Era un paquete grueso con billetes de alta numeración. Quizá fueran miles o hasta millones. Así que lo recogió de la acera y lo guardó presurosa en su bolso.

Al día siguiente, Elisa tuvo la imprudencia de mostrarle su gran fortuna a un vagabundo. Él, tan marginado como ella, le arrebató una buena parte del dinero y salió corriendo, pero ella lo persiguió hasta hallarlo en un bar, donde lo mató, clavándole un punzón en la nuca. Lo que la desatinada mujer no sabía era que esos billetes por los que había matado al rapaz vagabundo eran billetes argentinos tan devaluados que con todos ellos no le hubiera alcanzado para pagar ni una sola comida en Buenos Aires.

¡Cuántas veces nosotros que, a diferencia de Elisa, nos consideramos del todo cuerdos, cometemos locuras por cuestiones de ínfimo o miserable valor!

Por algo será que Jesucristo mismo calificó a Satanás como un ladrón que no viene más que a robar, matar y destruir. Es porque, aunque no debemos echarle la culpa de nuestras acciones a fin de evadir la responsabilidad de ellas nosotros mismos, de todos modos el diablo se la pasa tentándonos con el fruto prohibido, dándonos a entender que nos conviene disfrutar de él. Anda presentándonos espejismos, ilusionándonos con una supuesta vida mejor, poniéndonos los fantasmas de la felicidad física delante de los ojos sensuales del cuerpo. En lugar de oro y diamantes nos da bronce pulido y alhajas de fantasía, y así nos embauca y nos hace tropezar, rodar y caer.

Si de veras queremos conquistar estas malas pasiones, más vale que acudamos a Cristo. Porque si hacemos de Cristo la cabeza de nuestra vida y de nuestro hogar, Él enriquecerá nuestra vida con valores que nos ayudarán a ganar la victoria sobre el maligno.

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