Opinión - 16/1/14 - 12:14 AM

Hábitos insanos

David Fortson era alto, de más de dos metros, atlético, alegre, inteligente, y de apenas 19 años de edad. Era el mejor jugador de básquetbol de su

Por: -

Hermano Pablo

David Fortson era alto, de más de dos metros, atlético, alegre, inteligente, y de apenas 19 años de edad. Era el mejor jugador de básquetbol de su colegio en Santa Mónica, California. Pero tuvo una discusión acalorada con un compañero suyo.

En el calor de la contienda, David, que era toda una promesa, recibió un balazo en el pecho. Él murió poco después, mientras que a su asesino lo encontraron en la casa de su novia y lo arrestaron.

El homicida pertenecía a una banda juvenil que tenía por lema una frase impresa en las camisetas de los miembros de la banda, que decía: «Hábitos insanos». Esa frase, hábitos insanos, es lo que le da importancia a esta noticia.

Quizá no sea tan extraño el hecho de que estos hábitos insanos son siempre actos de violencia, o de rebeldía, o de fiestas licenciosas en las que se bebe licor a mares, se usan drogas y narcóticos sin medida y se practica el sexo libre, que nunca es libre, y todo esto, sin conciencia.

Algo que contribuye a esta insania es la televisión. No hace mucho una sociedad estudiantil manifestó que mucha de la delincuencia en la juventud se debe a la influencia de la televisión. «La televisión nos está deformando la mente y los sentimientos —dijeron los jóvenes en una dramática declaración—. Si no mejoran los programas de televisión, no hay esperanza para el joven.»

No obstante, la televisión mundial, al igual que el cine y las revistas, es una industria superpoderosa, y estas, por la cantidad de dinero que producen, no cambiarán sus proyectos por nada en la vida.

¿Y qué del joven? ¿Hay algún modo de cambiar sus «hábitos insanos»? Sí, lo hay. Es posible tocar el corazón del joven y la señorita. Se han visto cambios increíbles en jóvenes que, según su propio testimonio, habían perdido toda noción de moralidad. Esto ocurre cuando Jesucristo entra en el corazón humano. La única fuerza capaz de contrarrestar la fuerza que tiene el mal es Jesucristo.

Por nuestra parte, los padres necesitamos darles a nuestros hijos un genuino ejemplo cristiano. Ellos necesitan ese modelo. Y nuestros jóvenes necesitan reconocer que solo Cristo es su salvación, no sea que sigan andando por el camino que lleva a la destrucción.


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