Humildad

Son muchas las formas de ejercer la solidaridad si en las personas subyace una actitud de apertura al otro. El voluntariado social es una de esas formas.

J. C. Gª Fajardo / J. C. Gª Fajardo

Son muchas las formas de ejercer la solidaridad si en las personas subyace una actitud de apertura al otro. El voluntariado social es una de esas formas. Sin embargo, no podemos deslumbrarnos por sus efectos mediáticos.

Como actividad subsidiaria, la eficacia del voluntariado dependerá de su coordinación con trabajadores sociales y profesionales multidisciplinares.

Por otro lado, sería un error lamentable oscurecer la labor solidaria tradicional de los vecinos, familiares o ciudadanos en general que, sin pertenecer a una organización, son movidos por un sentimiento que los conduce a ayudar informal y cordialmente allí donde hay una necesidad y atenúan con su labor muchos problemas sociales.

¡Cuánto más eficaz es el buen vecino de enfrente para una persona mayor sola que un voluntario que debe desplazarse una vez a la semana desde la otra esquina de la ciudad! El voluntariado social ha crecido tanto en las grandes ciudades porque allí se han deteriorado con mayor intensidad las relaciones sociales. En ambientes rurales es mucho más difícil encontrar personas abandonadas o solas.

El voluntariado no solo complementa las fórmulas profesionales o espontáneas de la solidaridad, sino que además las alienta para que existan redes fuertes de apoyo a los más débiles.

En otro sentido, el trabajo del voluntario individual es imprescindible. La responsabilidad que él ejerza o el bien que haga quedarán sin hacer si no se pone manos a la obra. Pero todo voluntario debe considerarse como parte de una red porque la solidaridad no puede quedar sujeta a un ser contingente como lo somos cualquier voluntario social que hoy estamos y mañana podemos no estar.



Para comentar debes registrarte y completar los datos generales.