La Casa Müller - 1910
Continuamos con la parte final del artículo de “La Prensa”, publicado el domingo 2 de octubre de 2005, por Harry Castro Stanziola, sobre la Casa Müller –
El Sr. Müller muy curiosamente, pero a la vez inteligentemente, les daba a los inquilinos un mes gratis si se daban cuenta de algún incendio que empezaba y lo lograban acabar. Esto se convirtió en un arma de doble filo, pues muchos provocaban o fingían la situación a fin de no pagar aun cuando fuera tan solo un mes de alquiler.
Continuamos con la parte final del artículo de “La Prensa”, publicado el domingo 2 de octubre de 2005, por Harry Castro Stanziola, sobre la Casa Müller – con la foto procesada por Ricardo López.
Teniendo en cuenta que para la época en que la Casa Müller se construyó no había muchos arquitectos en Panamá, el dueño del proyecto se buscó a una especie de maestro de obras que era conocido popularmente como “Maicero” para que se encargara de tan importante labor. Pero Müller sí le recomendó que deseaba algo parecido al hotel Tívoli (otra edificación que tampoco, a nuestro humilde juicio, ha debido desaparecer), o sea, con corredores amplios, techo alto y demás. Maicero era tableño.
Una vez finalizado todo aquello, en el piso inferior se instaló originalmente una muy pequeña cárcel o centro de detención de mujeres, con su recinto policivo, y una estación de servicios en caso de incendios, muy frecuentes para ese entonces.
Con posterioridad, todo aquello se trasladó y se instalaron almacenes de zapatos, la farmacia Boyd y Gaspar Omphroy tuvo su primer negocio de accesorios de automóviles.
En la fotografía puede verse algunos de los negocios que albergó el edificio, los cuales se instalaron después, al mismo tiempo que en los andenes. Recordemos la venta de ropa, frutas, lotería, limpiabotas, etc.
El Sr. Müller muy curiosamente, pero a la vez inteligentemente, les daba a los inquilinos un mes gratis si se daban cuenta de algún incendio que empezaba y lo lograban acabar. Esto se convirtió en un arma de doble filo, pues muchos provocaban o fingían la situación a fin de no pagar aun cuando fuera tan solo un mes de alquiler.
En todo caso, en los alrededores de los 65 años que la Casa Müller subsistió no hubo incendio de consideración.
Lo que sí sucedió fue que un sábado de Carnaval fue tanta la gente que allí se acomodó para observar el desfile, que uno de los balcones se cayó, afortunadamente, sin víctimas mortales que lamentar.
Algo curioso fue que nadie hablaba de la exacta dirección del edificio (Ave. Central entre calles 22 a 23 y 23 a 24 bis).
Tan solo con decir Casa Müller hasta el correo o lo que fuera, sin preguntar, hasta allí podía llegar. Con todo esto hemos dicho, a través de estos escritos, que la Casa Müller no ha debido desaparecer.
Hoy hubiese podido ser un atractivo turístico más, ya que pocas casas de madera de ese tamaño existen hoy. En Colón existió la "Leviathan", que también desapareció. En Nueva Orleans existe otra que causa admiración y en donde es un lujo vivir. Aquí se derribó y lo que le siguió no es para que se le deba mencionar.
Mostramos dos fotos, una en la que podemos ver las carretas tiradas por caballos (tomada de Google) y la otra publicada del texto transcrito.
Aquí aparece la edificación que ya ha engalanado esta página en otra ocasión anterior. Sí señores, se trata de la desgraciadamente desaparecida Casa Müller en el popular barrio de Calidonia. Fue absurdamente, todos los adjetivos están indicados para lamentar su derribo al inicio de la década de los años setenta del siglo pasado. Para comenzar, esta foto también nos la proporcionó Justo Pardo Villalaz, a quien su gentileza la volvemos a reconocer. Tal como se puede ver, esa llamada televisión de los pobres, o sea la minifalda, ideada gracias al ingenio de la londinense Mary Quant en la primavera de 1965, se puede ya observar en esta fotografía. Minifalda que cada vez se angosta más y que dentro de poco tiempo y a Dios gracias, tendrá la anchura de un cinturón.
También se ve a una especie de hippie, aquel movimiento de los jóvenes estadounidenses que tuvo como todo sus cosas buenas (la protesta contra el “establishment” y contra la guerra de Vietnam) y malas como la propagación del uso de ciertas drogas y quizás el exceso de libertad sexual. Nótese la cantidad de comercios al por menor en la casa citada. La construcción de madera fue una de las más grandes del mundo de ese material.
También podemos observar unos cartelitos blancos adheridos a las paredes en los cuales se advertía a los inquilinos que muy pronto se tendrían que mudar porque el edificio iba a desaparecer. La fotografía no es muy antigua que digamos, pero también reviste especial interés. Repetimos, el derribo de la Casa Müller fue un pecado en contra del original aspecto de esta ciudad que nunca se ha debido permitir.