La causa que no fue tan justa

U na noche gris, sin estrellas ni luna. Así era el cielo nocturno entre el 19 y 20 de

Por: Carlos Christian Sánchez / Columnista -

U na noche gris, sin estrellas ni luna. Así era el cielo nocturno entre el 19 y 20 de diciembre de 1989. La leve película de nubes cubría la llegada de una inmensa fuerza invasora, de más de 26,000 efectivos del Ejército norteamericano. Tomados por sorpresa, las otrora Fuerzas de Defensa panameñas cayeron en desbandada.

Los bombazos de la artillería gringa resonaban desde el aire, atacando el Cuartel Central en El Chorrillo, mientras que paracaidistas bajaban en Tocumen, Río Hato y Punta Paitilla, intentando capturar al ex hombre fuerte de Panamá, el entonces general Manuel Antonio Noriega. De un solo golpe, los Estados Unidos de América intervino en el Istmo, en la denominada Operación ‘Causa Justa’.

Cosas insólitas ocurrieron durante la invasión. Los estadounidenses utilizaron, por primera vez, sus aviones furtivos invisibles al radar en Río Hato y ciudad de Panamá. Se vieron los modelos de los actuales ‘drones’ o aviones pequeños para espiar. Armas con lásers y prototipos de artillería fueron probados en el Istmo para luego desplegarlos en las posteriores guerras de Kuwait, Afganistán e Irak.

Más que una liberación, la intervención norteamericana en Panamá representó un cambio brusco en nuestra historia. Aunque permite instalar al gobierno democráticamente electo de Guillermo Endara, la acción armada foránea deja secuelas terribles en la sociedad istmeña. Según cifras extraoficiales, cerca de 3,000 panameños murieron, mientras miles más fueron desplazados y damnificados por el fuego en el barrio de El Chorrillo.

A 25 años de esta acción, Panamá vive otros momentos. De las cenizas de la invasión norteamericana y el final de la dictadura militar, nuestra nación se ha convertido en un polo de progreso y desarrollo en las Américas. Una nueva generación está relevando la actual, tomando en sus manos el destino de la nación, pero algunos se han olvidado de los hechos de aquella triste Navidad.

Hoy todos los panameños debemos conmemorar esta fecha. La invasión extranjera fue una acción tomada tras los errores cometidos por los militares de turno, que gobernaron la Patria por 21 años sin piedad, abusando de la democracia. Muy bien lo dice nuestro compatriota Rubén Blades: ‘Prohibido olvidar’.

Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigos…



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