La riqueza de una familia
Los lazos que se construyen en una buena relación familiar son profundos y moldean el carácter, llenan vacíos humanos importantes, mantienen en sintonía a las personas en
Los lazos que se construyen en una buena relación familiar son profundos y moldean el carácter, llenan vacíos humanos importantes, mantienen en sintonía a las personas en una comunicación fluida, fresca y permanente. Hacen que las personas se sientan seguras, ya que hay una referencia continua a seres vivos que juegan un rol importante: padres, hermanos, hijos, cónyuges y que son un soporte afectivo en cualquier situación que se presente.
El rol del padre y de la madre, aportando la masculinidad y feminidad en sus aspectos originales y complementarios, procura un equilibrio emocional en los niños. Se necesita en la casa el hombre y la mujer, cada uno aportando lo esencial suyo, procurando en los hijos una visión natural y positiva de lo que Dios creó de manera original, el varón y la mujer, cada uno dotado de sus cualidades psicológicas, biológicas y culturales que en combinación equilibrada dan un fundamento psíquico necesario para el crecimiento integral de las criaturas.
Peligros que amenazan con la destrucción de una familia: 1. La pérdida de la fe e indiferencia en las cuestiones espirituales, acabando por “echar a Dios de la casa”, dando paso libre a la presencia de las tinieblas espirituales que socavan todos los principios y valores espirituales y morales. Una familia sin Dios acabará arruinada en el plano profundo del amor, debilitada para hacerles frente a las crisis normales de la vida. 2. Las rencillas y rivalidades internas, donde no exista el perdón y la reconciliación, crean redes de resentimientos y rencores, formando barreras que impiden la comunicación auténtica, empobreciéndose todo diálogo y terminando los familiares conviviendo como seres extraños bajo un mismo techo. 3. El consumismo y el materialismo exacerbado crean ídolos falsos donde se adora todo lo que se pueda adquirir elevándolo a niveles de culto idolátrico. Sean carros, ropa, adornos, aparatos de tecnología avanzada, casas u otras propiedades, cuando en un hogar se están arrodillando ante eso, llegó la ruina espiritual en la casa y el fin del amor. El hogar es un santuario de la vida, un lugar de encuentro fraternal, cálido y honesto y hay que defenderlo de todo lo malo con el Señor, con quien somos invencibles.