Lecciones de la historia
U n día como hoy, hace 223 años, los franceses se rebelaron contra el absolutismo y la monarquía. La Toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, representa el momento en que las masas declaran ser libres; no más opresiones y abusos de los gobernantes. El ejemplo galo fue repetido en todo el mundo y, junto a la revolución norteamericana, permitió un giro en la forma de Gobierno en las naciones: la democracia presidencialista y parlamentaria. Las personas eligen a sus líderes de forma directa y se garantizan los derechos del hombre y el ciudadano.
Años después, en 1799, la misma revolución francesa generó una dictadura: Napoleón Bonaparte toma el poder y más tarde crearía un imperio sobre toda Europa, el cual duraría hasta 1815, cuando fue derrotado en la batalla de Waterloo en Bélgica.
El caso francés es un ejemplo histórico que todos debemos mirar. Algunas veces, los pueblos eligen al Gobierno cuando buscan alternativas a la solución de sus problemas. El voto emotivo o de castigo siempre se considera una opción en las democracias. En cuanto a los grandes movimientos espontáneos que cambiaron la historia de la Humanidad, estos también tienen su lado negativo. Y como vemos en la Revolución francesa, esta generó en la cruel represión de Robespierre y el Imperio napoleónico.
En el caso de la Revolución norteamericana de 1776, los Estados Unidos de América se convirtieron en un experimento político en el siglo XVIII, en el que el presidente se convertía en el líder de la Unión y su cargo se alternaba por cuatro años. El Congreso norteamericano y su sólido sistema judicial se transformaron en balances del poder ejecutivo. Hoy, la mayor potencia mundial debe su éxito a sus sólidas raíces democráticas nacidas hace dos siglos y medio.
Otro panorama se vislumbra en la América Latina. Desde el siglo XIX, cuando las naciones de la región se independizaron de los poderes europeos, los revolucionarios se convirtieron en caudillos que fundaron los nuevos Estados, y no necesariamente la democracia reinó. En el presente, los casos de los regímenes izquierdistas autoritarios reflejan el paradigma de vivir en un Estado de plenos derechos civiles. Igual, otros analistas políticos afirman que hay también gobiernos derechistas que tampoco cumplen con defender la democracia y las libertades.
Ser emotivo al votar en las supuestas democracias no es sano. Hay que saber elegir a los mandatarios de las naciones. Recomiendo leer al sabio Nicolás Maquiavelo y su magistral obra