Libres de proselitismos

El movimiento del voluntariado social y una gran mayoría de las organizaciones civiles proponen modelos de convivencia democrática. Son núcleos de pluralidad en los que la convivencia

J. C. Gª Fajardo / J. C. Gª Fajardo

El movimiento del voluntariado social y una gran mayoría de las organizaciones civiles proponen modelos de convivencia democrática. Son núcleos de pluralidad en los que la convivencia entre sus miembros se desarrolla mediante el diálogo y el respeto. La interculturalidad y la riqueza que proporciona la diferencia marcan los principios de acción del voluntariado. Por eso, a pesar de la tendencia ideológica que pueda tener una organización social, nunca puede usarse el voluntariado dentro de ella para atraer prosélitos hacia una idea o una doctrina determinada.

Nada se aleja más de un auténtico voluntariado social que imponer ideologías políticas, culturales o religiosas. Es natural que cada uno tenga sus opciones personales, pero nadie tiene derecho a imponerlas en su actividad como voluntario social. Aunque muchas de las organizaciones serias tengan una base religiosa, política, sindical o de otro tipo, deben comprender que el voluntariado social no puede ser la plataforma idónea para atraer a otros hacia sus creencias. Sería instrumentalizar a los beneficiarios para conseguir otro fin. Y el voluntario, al igual que el beneficiario de la relación, nunca son objetos de nada ni medios para alcanzar un fin, sino sujetos y fines en sí mismos.

Admiramos a los voluntarios capaces de comprometerse con ideales generosos y de superar ideologías que hacen del ser humano un objeto de mercado, de fascinación o de intercambio. Es posible la esperanza, porque es posible decir no y ponernos en camino junto a millares de personas que no quieren resignarse.



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