A los 526 años, El Copé le da una mirada al mundo

Por: Julio César Caicedo Mendieta Columnista -

Las diez de la mañana del 12 de octubre de 2018, la serranía de ventorrillo vestía de blanco con una neblina tan espesa que no se divisaba a esas horas ningún cerro de los que rodean El Copé.

A esas horas, el profesor Eladio Martínez, director del IPT, ordenaba el inicio de un acto cultural pocas veces visto, digno de noticias de primera plana porque obedeció a esfuerzos investigativos de parte de los estudiantes y porque se tomó en cuenta la historia de imperios del cercano y lejano oriente, de Asia y Europa hasta llegar a la América ingobernable en que vivimos, justamente al Istmo de victoriano Lorenzo. Los profesores nos deslumbraron con los guiones de sus coreografías que fueron aplaudidas por cientos de padres de familia que se dieron cita en el plantel.

El crisol de razas presentado por este fabuloso colegio dirigido con disciplina casi que emocional, nos paseó por tierras áridas de oriente en donde todavía se dan bailes de vientre sin escarnios y por países significativos unos más que otros que nos visitaron casi que en diáspora desde el histórico descubrimiento de América, el 12 de octubre de 1492 con la llegada de una expedición capitaneada por Cristóbal Colón, por mandato de los reyes católicos.

Este primer festival llamado “Crisol de razas”, para presentarlo hubo que dedicar mucho tiempo investigando. Es decir, que se está avanzando en el tema de las tareas de investigación, pues los alumnos actuaron con mucha naturalidad, por ejemplo, las niñas de secundaria al bailar como las chinas lo hicieron muy bien, al igual que las que festejaron con alegría los cantos y bailes de los israelíes. Los 526 años que llevamos en Panamá viviendo con gente de casi todo el planeta, hablando y escribiendo más mal que bien el español, se hicieron sentir en lo que fluye de nuestras almas, porque somos producto de una mezcla de razas y sentimientos increíbles, por ejemplo, el tema de España fue representado por una corrida de toros, pero no un toreo cualquiera, se trató de la cornada que mató al torero Paquirri en 1982, y se sintió en toda la cordillera desde ventorrillo hasta cerro Marta, cuando la profesora Mayra Vergara cantó junto con sus alumnos con más sentimiento que la misma Pantoja. Pero el espectáculo que no cedía lugar al descanso, nos llevó hasta la Guerra de los Mil Días con la novela de Gabriel García Márquez, “El coronel no tiene quien le escriba”, coronel que esperó una pensión por 15 años con la ansiedad que sufrimos aquí por el Cepadem, que contrató abogados por el gusto y que al final de la novela, cuando la sufrida mujer le preguntó y qué vamos a comer, este le contestó: “Mierda”.

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