Maestro de maestros
" Gloria al ser abnegado que cuida, con amor a la Patria salud, al que pone la luz de la vida, en el alma de la juventud",
" Gloria al ser abnegado que cuida, con amor a la Patria salud, al que pone la luz de la vida, en el alma de la juventud", así se inicia el coro del himno al maestro, con el cual despedimos el pasado viernes 31 de enero, a un maestro de maestros, que desde diversas trincheras apoyó la educación. Vivió por ella y para ella, trascendiendo las fronteras hasta llevar la voz de mi Panamá, el país de las oportunidades, a otras latitudes.
Se trata de un ser noble, humilde, sincero, promotor de la juventud, inteligente, que superó las distancias, y demostró que querer es poder, así fue el doctor Laurentino, quien fue llamado a la presencia de nuestro Creador, el pasado martes.
Muy joven viajó a la capital, con el deseo de estudiar y hacerse un profesional, objetivo que logró al superar todas sus expectativas. Proveniente del archipiélago de Las Perlas, de una isla llamada Casaya, contigua a la isla de San Miguel, en el Pacífico panameño, una región con pocos recursos, donde se vive de la pesca, y actualmente se fomenta el turismo.
El doctor Laurentino, hasta sus 83 años de vida, se proyectó en beneficio de la educación, como maestro, profesor universitario, viceministro de Educación, ministro de Educación encargado, en cinco ocasiones; presidente del Consejo de Rectores, representante de los docentes panameños en eventos nacionales e internacionales, rector de UNIEDPA; a pesar de los roles que el destino le presento, jamás figuró ni se aprovechó para beneficio propio; su mano derecha no se enteraba de lo que hacía su izquierda. Su perseverancia, sus buenas obras y ejemplos de superación, así como el respaldo que les brindó a muchos que hoy somos profesionales, son ejemplos e inspiración para formar a las futuras generaciones. Era un maestro de los de antes, con verdadera vocación de servicio.
El país ha perdido a uno de sus grandes hombres, un maestro de maestros, pero el cielo ha ganado un ángel. Descanse en paz, doctor Laurentino Gudiño Bazán, su misión terrenal ha culminado con éxitos; deja usted gratos recuerdos y ejemplos de humanismo; por mi parte, reciba mi eterna gratitud, jamás olvidaré al hombre sencillo, leal, honesto, motivador, amigo y quien fue mi asesor de Maestría!