Opinión - 19/1/14 - 07:36 AM

Manuel E. Amador en la plástica panameña

Continuación del ensayo titulado: MANUEL E. AMADOR – Un espíritu sin fronteras. Por: Dr. Rodrigo Miró. En 1926 torna a la patria, dando comienzo a la

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Por: José Morales Vásquez Investigador de Arte. [email protected]

Continuación del ensayo titulado: MANUEL E. AMADOR – Un espíritu sin fronteras. Por: Dr. Rodrigo Miró.

En 1926 torna a la patria, dando comienzo a la tercera etapa de su vida. Por esos días, D. Manuel vive obsesionado con el problema de ese idioma. En 1927, en los números 18 – 19 de la revista “Estudios”, aparece “De Babel a Panamane”, testimonio del fuego en que se consumía. En 1928 logra dar cima a sus afanes. Cumplido un bienio, la Secretaría de Instrucción Pública le reconoce su propiedad intelectual. Y en 1936 sale a la luz el primer tomo de “Los Fundamentos del Panamane”. Diez años después, agregará todavía un nuevo título a su esfuerzo lingüístico: “Sobre el Idioma Internacional o Interlengua Panamane”.

En Panamá se encontró mermado de fortuna, habitante de un país irreconocible; y tuvo que trabajar. Superados los sesenta años, inmerso en su tarea idiomática, en 1931 ingresa a la burocracia a servir destinos menores. En efecto, de enero de 1931 a 1938 fungirá de auditor de la Contraloría General. A principios de este último año, se decretó su jubilación, negada enseguida con pretextos legales. Pero en 1941, la Caja de Seguro Social reconoció sus derechos. Poco antes, D. Manuel había protagonizado un ruidoso incidente político negándose a jurar, en acto público solemne, la Constitución impuesta por el régimen imperante.

Durante el tercer periodo de su vida –un cuarto de siglo– vive con humildad, entregado a sus sueños ecuménicos. No solo pugna por brindar a los hombres de todo los confines un vehículo de intercambio parlante: imagina asimismo una bandera universal. Pero sus conciudadanos lo miran con indiferente escepticismo. Y D. Manuel apela a la niñez. Con su vigorosa estampa, pleno de humor y juventud de espíritu, solía repartir personalmente a los escolares, en las calles céntricas de la capital, pequeños volantes con versiones poéticas y breves selecciones de Panamane. Hasta que la pintura lo conquistó de nuevo para ofrecer norte y contenido a sus años postreros. Montó entonces un estudio donde consumía horas en afiebrados quehaceres, cuando dificultades visuales lo hacían más dramático y apasionante. D. Manuel dedicó sus últimas energías al ejercicio de la pintura. Y en la frecuentación de los artistas noveles y de contados admiradores encontró tardías compensaciones. Sumado al movimiento vivificador de nuestras artes plásticas, del que fue entusiasta unidad, participó en las exposiciones que bajo auspicio oficial se organizó a partir de 1947.

Su avanzada edad y su calidad de prócer suscitaron, entonces, respeto de su persona, curiosidad y simpatía. En noviembre de 1948, se le tributó un homenaje en el Parque de la Independencia. El 21 de ese mes, el “Panamá América Dominical” publicó una entrevista, divulgándose allí aspectos desconocidos de su biografía. En enero de 1949, obsequió a la Universidad de Panamá una colección de dibujos y grabados. “En mi poder –explica entonces- acabarían por deteriorase y perecer como han perecido muchas otras obras de mi humilde pincel.” Participa en la exposición de artes plásticas celebrada en abril con tres envíos. Y en noviembre, la Municipalidad de Penonomé le invita a presidir las fiestas patrias. Coronadas ocho décadas, pronto haría mutis.

El desenlace temido se produjo tres años después.

UN IDIOMA UNIVERSAL.

Antes de aventurar unas tímidas reflexiones destinadas al pintor, faceta sobresaliente de la personalidad de D. Manuel, veamos lo que nos dice acerca del idioma, en cuya invención gastó años, empeño y dinero.

En “De Babel a Panamá”, publicado, como hemos visto, en la revista “Estudios”, con reticente notas de los editores, D. Manuel expone sus fundamentos. Y su citado opúsculo de 1946 nos informa: “Es un idioma construido, cuya finalidad es la de que sea enseñado a los millones de niños y jóvenes de edad escolar en el mundo entero y de esta manera vengan con el tiempo a constituir la Interlengua” o eslabón de la inteligencia verbal del género humano. Su nacimiento, como su estado actual de relativo desarrollo, es el resultado más de acción intuitiva o revelación que de ingenio o trabajo por parte de su ostensible originador.”

CONTINUA EL PRÓXIMO DOMINGO.


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