Opinión - 16/12/13 - 02:30 AM

Oscuro

Milcíades Ortiz E l niño de diez años estaba afanado haciendo un dibujo. Usó números grandes de colores para que se vieran de lejos. Al

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Catedrático / Catedrático

Milcíades Ortiz

E l niño de diez años estaba afanado haciendo un dibujo. Usó números grandes de colores para que se vieran de lejos. Al terminar, pegó el papel en la puerta de entrada de su humilde vivienda. ¿Qué estás haciendo? preguntó su madre. “Hice bien grande el número de la casa para que Santa Claus lo vea de lejos y no se olvide de traerme regalos este año...” (Se le aguaron los ojos a la madre...) Ella no podía hacer mucho por cambiar su realidad familiar. Aunque allí estaba el padre, como no tenía un trabajo fijo vivía del “día a día”.

Salía en las mañanas para ver qué encontraba para “poner la olla”. Se ganaba unos balboas cargando sacos en tiendas. A veces limpiaba patios. Lo que conseguía malamente servía para comer y vestir. Por eso “Santa Claus no llevó juguetes a su casa el año pasado”. Ahora estaba difícil que lo hiciera... Este no es el único caso que existe en Panamá y otros países con buen desarrollo económico. No es un secreto que sufrimos de mala distribución de la riqueza. Alguien justificará “el lado oscuro” de la Navidad diciendo que el señor no quiso estudiar ni la madre tampoco.

Ellos alegarán que vienen de familias muy pobres. Tuvieron que trabajar desde niños. Esto se conoce como la “espiral de la pobreza”. No hay que estar “en la última lona de la llanta” para que Santa Claus se olvide de nuestros regalos. Recuerdo que muy pequeños una vez no llegó. Claro que sufrimos mi hermano Orlando y yo. No entendíamos la realidad de la vida y nuestros padres nos ocultaban las dificultades. Lo primero es que haya comida en la mesa, luego lo demás. Y los juguetes esa Navidad fueron un lujo. Todavía me duele no haber recibido la brillante bicicleta de mis sueños.

De nada valió “portarme bien todo un año”. Pero la vida continuó y aquí estamos “echando para delante”. ¿Qué recomendar? Algunos sostienen que las conocidas frases “Santa Claus está pobre este año. El niño Dios tenía muchas cosas que atender y se olvidó de esta” ya no convencen a los avispados chiquillos de ahora. Hablarles a los pequeños de las realidades de la familia pueden traumatizarlos, sostienen expertos. ¿Entonces? Escoja Ud. la respuesta y... piense que el otro año mejorarán las cosas...


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