Panamá y su aporte científico en el trópico panameño

Por: Por: Silvia Morán Activista Ambiental -

En Panamá opera el Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI), que constituye el único centro que tiene el famoso Instituto Smithsonian fuera de los Estados Unidos. Los primeros científicos de esta entidad llegaron a Panamá en 1904 y firmaron acuerdos con el Gobierno de Panamá, para que se realizaran investigaciones científicas. En el año 1923, la isla de Barro Colorado fue declarada reserva biológica, lo cual constituyó una avanzada para las investigaciones científicas tropicales.

Con el correr del tiempo, el Instituto Smithsonian se ha vuelto uno de los centros de investigación tropical más importantes del mundo. A sus oficinas llegan alrededor de 1,200 científicos al año. El Instituto tiene 350 proyectos activos y publica más de 400 artículos anuales en revistas científicas. Se llevan a cabo, cursos de campo en el cual participan estudiantes de prestigiosas universidades extranjeras entre ellas: Princeton, McGill, Northeastern, Wisconsin Green Bay, Yale, Harvard, Ohio State, Arizona State, Marquette, Texas A/M Butler, Cambridge, Dartmouth College y la Universidad de Vermont.

Aunque muchos panameños desconocen lo que hace STRI, este instituto ha puesto a nuestro país en el mapa mundial en el tema de investigaciones científicas. Parte de estas investigaciones se realizan en el laboratorio marino en Punta Galeta, el cual es visitado por miles de estudiantes de escuelas primarias, secundarias y universidades. Este laboratorio marino inició sus actividades durante la Segunda Guerra Mundial, pero no fue sino hasta 1964, cuando se estableció oficialmente. Desde allí se hacen investigaciones a las especies marinas, arrecifes coralinos etc. Estos arrecifes coralinos en la actualidad se encuentran en peligro de extinción en todo el mundo, lo que ha despertado la preocupación científica a nivel mundial por todo lo que su destrucción conlleva. Esta preocupación llevó recientemente a que una ONG protectora del medioambiente interpusiera un recurso legal para evitar que el proyecto del Puerto Isla Margarita (Colón), construido por la empresa china Grupo Landbridge destruyera los arrecifes coralinos del área. Esta acción obtuvo el respaldo de La Alianza Mundial de Arrecifes de Coral, pese a ello la Corte Suprema de Justicia no pareció tener mucha conciencia ecológica y desestimó el recurso legal. Como consecuencia la destrucción de arrecife coralino continúa en el Atlántico, lo que sin duda a corto o mediano plazo tendrá sus efectos negativos en ese sector.

En otro orden de ideas, hay que mirar a las comarcas indígenas que existen en nuestro país. Las etnias originales que allí habitan siempre han demostrado gran preocupación por el medio ambiente e indudablemente son los grandes aliados de la conservación de nuestra flora y fauna.

Sin embargo, en nuestro país no podemos vanagloriarnos de la investigación científica realizada por organizaciones panameñas, ya que son incipientes. Indudablemente que STRI ha formado muchos científicos panameños, pero todavía el Instituto Gorgas, Senacyt e Indicasat, tienen por delante un gran camino por recorrer. Panamá es un lugar privilegiado porque somos un centro de biodiversidad extraordinario debido a nuestra ubicación geográfica y en nuestro país existen más especies de aves, peces y otros tipos de animales que en otras regiones del mundo.

Quizás ha llegado la hora de que el Gobierno Nacional (apoyado por ONG nacionales e internacionales) dedique tiempo y recursos a la investigación científica que puede representar para nuestro país un factor de desarrollo y prosperidad. Esperemos que algunos científicos panameños tomen la bandera de esta causa y hagan realidad el propósito anterior.

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