Opinión - 13/6/14 - 03:10 AM

Pepas

M eses antes había terminado sus estudios primarios en aquel pueblito colombiano llamado Sanpués, y ya era maestro de primeros grados. Sus alumnos quedaron curiosos cuando les

Milcíades Ortiz Milcíades Ortiz

M eses antes había terminado sus estudios primarios en aquel pueblito colombiano llamado Sanpués, y ya era maestro de primeros grados. Sus alumnos quedaron curiosos cuando les pidió que "guardaran las pepas más grandes de sus frutas preferidas". Ese sábado, habitantes del lugar se extrañaron al ver al maestro rodeado de alumnos irse a las fincas que estaban alrededor del lugar. La tarea era sembrar frutales en las cercas de los potreros. Decenas de años después mi padre me explicaba que si se sembraban dentro del terreno, seguro los cortarían pensando que era maleza. En las cercas crecerían mangos, ciruelas, marañones, etc., que hasta los animales podrían disfrutar.

Esto sucedió hace casi cien años y lo recuerdo cada vez que nos enteramos de la destrucción de los pantanos, bosques, ríos, etc. En el terreno lleno de cascajo de la calle primera Parque Lefevre sembró de todo. Incluso espárragos, experimento que no fue exitoso. Al jubilarse se le ocurrió promover la siembra de uvas en el país. Al final de sus días experimentaba en la producción de vino. Personas se acercaban a su casa para ver una "parra" enorme llena de pequeñas uvas. Decía que en Panamá no debe haber hambre ni desnutrición. "En cualquier lugar echas una semilla y crece comida", afirmaba. Cuando niños comíamos productos sembrados en el patio de la casa.

Ahora con el modernismo y alto precio de la tierra, casi no se consiguen viviendas con terreno. Lo peor es que no les extrañe que el pedacito de patio sea cubierto con cemento para evitar atender "la hierba". Algunos recomiendan sembrar comida ¡"en potes"!. Hace años quise seguir el amor de mi padre por la reforestación. Sembré árboles en montañas de El Valle de Antón, en las cercas de fincas. No sé si prosperaron. Otra vez quise sembrar frutales en las orillas de la autopista Arraiján-Chorrera. Casi me arresta la policía por estar con pico y pala metido en el monte, haciendo "quién sabe qué". Nunca dejaremos de luchar para que no acaben con los pantanos. Duele ver ríos sin agua porque no siembran árboles en sus orillas...


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