Opinión - 11/6/14 - 01:10 AM

Poder ciudadano

Oímos con frecuencia que se está en desacuerdo con aspectos, a veces esenciales, de la vida política, cultural, económica, social… sin que, frente a acontecimientos, hechos y

Federico Mayor Zaragoza Federico Mayor Zaragoza

Oímos con frecuencia que se está en desacuerdo con aspectos, a veces esenciales, de la vida política, cultural, económica, social… sin que, frente a acontecimientos, hechos y situaciones que llegan a afectar a las convicciones más sólidas de los ciudadanos, se produzca la reacción, individual o asociada, que sería de esperar en un contexto democrático. Del “irremedismo” se pasa pronto a la indiferencia, al alejamiento de la participación e interacción que podrían contribuir a resolver muchas cuestiones y enderezar muchas tendencias.

Cuando la percepción global, los medios de comunicación omnipresentes y la capacidad prospectiva disponible permitirían, bien utilizados, contrarrestar las influencias negativas, esclarecer muchas cuestiones y actuar como ciudadanos, de tal manera que no solo se sintieran bien con su conciencia, sino que comprobaran que han logrado un número considerable de sus anhelos que ahora consideran inalcanzables.

El ciudadano, en lugar de inhibirse, debe descubrir la fuerza que pueden revestir iniciativas de esta naturaleza.

Quienes callan cuando su conciencia les reclama hablar no solo están defraudando a quienes confían en ellos, sino, lo que es peor todavía, están aplazando la consolidación de la democracia a escala nacional y mundial.

Todos los pueblos, conscientes de su destino común, se están coordinando y organizando. En todas partes, un número creciente de hombres y mujeres se movilizan para defender los derechos humanos, para atender a los más menesterosos, para fomentar la diversidad cultural, para procurar justicia y desarrollo sostenibles. El poder ciudadano radica en la participación, en el compromiso. Otro mundo es posible si los gobiernos saben que, a partir de ahora, sus funciones no deben desempeñarse para los ciudadanos, sino con los ciudadanos. Es un principio insoslayable de la democracia genuina. La sociedad civil debe descubrir su poder.


EDICIÓN IMPRESA

Portada Diario Crítica