Recojamos el guante

No hay que esperar ley ni permiso alguno para ejercer los derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de

José C. García Fajardo / José C. García Fajardo

No hay que esperar ley ni permiso alguno para ejercer los derechos fundamentales, como el derecho a la vida, a la libertad y a la búsqueda de felicidad. Con los derechos sociales al trabajo, la salud, la cultura, una vivienda digna, la libertad de pensamiento y a su expresión, a la diversidad y a la participación en la cosa pública como suma de todos los derechos políticos.

El problema central es el del poder. Antes era reconocible; ahora el poder efectivo lo tienen las multinacionales, los bancos, las oligarquías que lo han arrebatado a los políticos y que vulneran los derechos fundamentales, no solo en los países pobres.

Y si antes los oprimidos podían alzarse contra los poderes tiránicos, fueran reyes o militares, castas sacerdotales u oligarquías, hoy se nos han ido de las manos en el magma de las corporaciones económico-financieras.

Creyéndonos libres, vivimos encadenados por el pensamiento mítico de la productividad, del triunfo y de la victoria sobre los demás. La competitividad ha desplazado a la competencia.

El individualismo más atroz nos ha desarraigado de nuestras señas de identidad como personas. Nos hace olvidar que vivimos para ser nosotros mismos; único sentido de la existencia.

Las pautas del mercado establecen que pensar, atreverse, discernir, salirse de la rueda de presos consumidores es pecado.

Es preciso cambiar de mentalidad. Organizar la resistencia y rebelarnos. Denunciar la injusticia social y echar del poder a quienes lo detentan. No es viable un modelo basado en las armas, la explotación de recursos y la deshumanización. Una sociedad global, en la que nos sabemos responsables, solo puede fundamentarse en la solidaridad.



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