Rumbo al abismo

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Preocupación debieran mostrar los jueces y magistrados del país cuando la ciudadanía hace público su descontento hacia las actuaciones judiciales que por un lado parecen favorecer la impunidad, mientras que en otros actúan con selectividad y criterio político.

La Constitución dice que el poder emana del pueblo y lo ejerce el Estado constituido por sus distintos órganos, pero cuando los propios ciudadanos critican las actuaciones de los personeros del Estado, es que no están gobernando en nombre de las grandes mayorías, sino de intereses muy particulares.

En el plano de la administración de justicia, la ley es el pilar fundamental de la institucionalidad democrática, pero cuando se pervierte sistemáticamente el fin supremo de la ley, que es la realización de la justicia, entonces la sociedad está condenada a perecer en el abismo del caos y la iniquidad.

Lo decimos no solo en función de las groseras violaciones al debido proceso y la presunción de inocencia en el caso de un expresidente, a la vergonzosa omisión de acción en el caso de allegados y personeros del Gobierno señalados por delitos, y a la persecución selectiva en general.

Lo último es el caso de un ciudadano que fue captado por redes sociales disparando contra otros, en un incidente de intolerancia callejera. Al hombre lo han dejado libre, ahora dicen que el arma no aparece y un largo etcétera.

Estas son las decisiones que hacen que el pueblo no confíe en sus jueces y fiscales. Decisiones como estas, acumuladas en el tiempo y el espacio, llevaron a los pueblos a estallidos sociales de ira popular. No sean irresponsables y no jueguen con candela, ya que están llevando al país rumbo al abismo.

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