Santísimo sacramento

Jesús bueno, Jesús de mi alma, nuestro consuelo, amor y el único encanto de nuestro corazón, vednos aquí postrados a tus plantas arrepentidos y confusos como llegaría

Aura Alvarado M. / Aura Alvarado M.

Jesús bueno, Jesús de mi alma, nuestro consuelo, amor y el único encanto de nuestro corazón, vednos aquí postrados a tus plantas arrepentidos y confusos como llegaría el hijo pródigo a la casa de sus padres: la iglesia somos individuos de alma cansada, pero augusta de servirte siempre en todo momento de suma plegaria santísima.

En actuales tiempos estamos enmarañados espiritualmente.

Señor, estamos tristes y preocupados, bien lo sabes, nada nos agrada y distrae. Estamos sumamente preocupados por desencanto humano por la condición de hábitat social de nuestros indelicados hermanos.

Recordar es vivir. Recordemos, señores, dice Mateo 19: “Los fariseos se acercaron a Jesús para tentarle, y le dijeron ¿Es lícito (permitido) a un hombre repudiar a su mujer por cualquier motivo o asunto?”. Jesús, símbolo de amor, piedad, comprensión, tolerancia, les respondió: “¿Habéis leído que el Creador al principio hizo al hombre y a la mujer, y que les dijo: Por esta causa dejará el hombre a su padre y a su madre, y se reunirá con su mujer, y no harán los dos sino una sola carne? Así que ya no son dos, sino una sola carne.

Lo que Dios, pues, ha unido, no lo separa el hombre”. Cierto o no cierto. Es real y positivo Dios misericordioso, como has hecho uno solo por el matrimonio y como fervorosos miembros de la Iglesia, la oración es el lazo que deben rezar el uno y el otro mutuamente.



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