“Se asen flores hartificiales”
El Gabriel García Márquez del 9 de setiembre de 1952, escribió en el Heraldo de Barranquilla un artículo titulado: “Hay que tener mala ortografía”. Pienso yo que
El Gabriel García Márquez del 9 de setiembre de 1952, escribió en el Heraldo de Barranquilla un artículo titulado: “Hay que tener mala ortografía”. Pienso yo que el Gabo de entonces se oponía a un ministro Francés que propuso al consejo nacional de educación galo, reformar la ortografía Francesa, para eliminar engorrosas reglas establecidas de manera que el escribir no fuera un tormento para escritores ni ciudadanos comunes.
Márquez enfatizo que, la ortografía en cualquier idioma, es una cosa emocionante: “El hecho de enfrentarse a la palabra en todos los casos tendrá el carácter de una alucinante aventura”.
¡Vaya aventuras! y ya que el viejo universal de Aracataca lo menciona. Recuerdo que en la Pedro Pablo de La Chorrera, un cerrado grupo de estudiantes teníamos la costumbre de enamorar varias hijas ajenas a la vez. Una de ellas se dio cuenta y me mandó una nota con una estudiante que viajaba conmigo en la misma chiva gallinera todos los días de Capira a La Chorrera y viceversa.
El manuscrito feroz decía: “Eres una ijueputa higuana, cholo pan quemado, Capireño tenías que cer”. Todo el fin de semana lo pase riéndome, no de los sentimientos de la muchacha, si no de su pésima ortografía. Así también me sucedió con un Secretario General del Consejo Municipal, quién en su segunda reunión plenaria dijo en voz alta y segura :”Paso a leer la acta”, ¿para que fue eso? Hizo levantar de su curul totalmente desconfigurada a su madrina política Astrid Wolf Villalaz (QPD), nieta del autor del Escudo de Armas de la patria y que no permitía ni masticar “chingongos” a los concejales del PRD, ni bostezar a los Panameñistas. ¡Caicedo, explique porqué no se dice “La acta”.! Entonces me salvaron las clases de Mercedes Bolaños, sobre la cacofonía y pude explicar con más detalles que el finado Jorge Illueca que se debió decir: “El acta” a pesar de ser femenina, sonaba mal decir “La acta”.
Gabo terminó su artículo casi de acuerdo con el anarquista Francés escribiendo:”Que cada escritor disponga del inusitado privilegio de ser leal a sus corazonadas. Eso sería autorizar al hombre a que regrese legalmente a la infancia”.