Sin paciencia, enloquecerás
Una de las cosas que más daño nos hace es el de querer todo ya, el no respetar los procesos de desarrollo, el no esperar los
Una de las cosas que más daño nos hace es el de querer todo ya, el no respetar los procesos de desarrollo, el no esperar los momentos adecuados para conseguir las cosas. Angustia, ira, cólera, porque las cosas no salen como uno quiere y cuando uno quiere. Esto nos enloquece. “Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda. La paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene nada le falta, solo Dios basta”, (santa Teresa). Es necesario tener paciencia con nosotros mismos, por esos defectos que cuesta erradicar, esos malos hábitos que nos cuesta eliminar, esos pasos tan lentos buscando la superación.
Necesitamos paciencia con los demás, sobre todo con aquellos que tienen mal genio, se molestan por todo, no cumplen sus compromisos, son desleales y algunas veces lo echan todo a perder.
Necesitamos paciencia para soportar cosas que no podemos controlar como la violencia, la pobreza extrema, los desastres naturales. Y la paciencia es fundamental para poder realizar los sueños en realidad, las metas en acontecimientos históricos.
Paciente es el que logra ser dueño de sí mismo, sabe controlar sus emociones y guarda el mayor equilibrio posible sabiendo que todo al final pasará, que después de la tormenta viene la calma, y que es más valioso conservar la mente lúcida, la serenidad y la paz, que las cosas que se puedan perder en el camino.
Tenemos que imitar al Señor que es paciente y misericordioso. Que no nos trata como merecen nuestros pecados, que siempre da una oportunidad al pecador, que espera nuestra conversión.
La misericordia divina, la de nuestro Dios con nosotros, se transforma en paciencia en relación con la escandalosa lentitud de nuestro crecimiento espiritual, con la tardanza en el desapego a cosas que nos impiden la unión más perfecta con Él y nuestra resistencia a responder con compasión y solidaridad a los que nos piden nuestra ayuda.
Imitar al Señor implica entonces ser misericordiosos y pacientes como Él. Pide al Señor el don de la paciencia, sabiendo que con Él tú eres es invencible.