Sombría

Por: Por: Milcíades Ortiz Catedrático -

Muchos panameños estaban resignados a pasar una sombría Navidad ese año. La dictadura militar tenía 21 años de someter al pueblo. Los pañuelos blancos y el toque de pailas no habían podido tumbar a los mandamases. Intentos de rebeldía de parte de algunos uniformados tampoco desalojaron al último dictador. Se vivía con miedo y terror. Machete en mano, Noriega había declarado la guerra a Estados Unidos. Batallones de la Dignidad y Codepadis que defendían la dictadura se paseaban armados por diferentes barrios de la ciudad. La gente se encerraba temprano en sus casas porque podía desaparecer en la noche. Era peligroso hablar por teléfono contra el régimen, ya que los “pinchazos” sumaban miles.

En algunas familias se espiaban unos a otros. Personas que parecían de oposición se llenaban los bolsillos denunciando a vecinos y parientes que deseaban vivir en democracia. Caminar por la avenida Central daba dolor. Muchos negocios estaban cerrados y sus locales se alquilaban por cualquier dinero. El desempleo golpeaba a numerosas familias. No era extraño que familias jóvenes perdieran sus viviendas porque no podían pagarlas al no tener trabajo. Entonces buscaban refugio en casa de sus padres. A veces solo se comía dos veces al día. Los que tenían empleo no siempre cobraban a tiempo sus quincenas. Uno o dos cheques atrasados no eran cosa rara. Habían congelado fondos en instituciones bancarias, que no querían cambiar los cheques del Gobierno.

Surgió un mercado negro de cambio de cheques, que se quedaba con más del 10% del sueldo. No era extraño ver gente armada en estas actividades. Se compraba lo necesario para vivir. La venta de autos se vino al piso. Recuerdo un anuncio que indicaba que “si se compra un auto grande, se le regala uno pequeño”. Corrían comentarios sobre una posible invasión de Estados Unidos. Se decía que centenares de panameños llamaban a la embajada estadounidense pidiendo la invasión. En numerosos hogares, los padres dijeron a sus hijos que ese año “el niño Dios estaba pobre y no les traería juguetes”. Aunque duela a varios, el panorama sombrío causado por la dictadura militar terminó con las tropas norteamericanas que en ciertos lugares fueron aplaudidas por la comunidad. Está prohibido olvidar lo que sufrimos y ojalá que los politiqueros sinvergüenzas no destruyan la democracia que tanto costó conseguir.

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