Un llamado a inculcar valores
El 24 de noviembre de 2011, la doctora Margarita Cedeño de Fernández, en calidad de primera dama de la República Dominicana, convocó por octava ocasión a un Acto de Reflexión y Oración con motivo del Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer, en el que este servidor tuvo el privilegio de participar como orador invitado. Para comenzar el acto, esta vez celebrado en la Casa San Pablo en Santo Domingo, la primera dama pronunció un atinado discurso. Entre otras cosas, dijo:
«La violencia contra la mujer es... una de las más crueles expresiones de carencia de valores, que lesiona no solo a la víctima, sino a toda la familia...
»No podemos permitir que la vida de cientos de mujeres penda de un hilo y de la rabia, del trauma y de la agresividad que manifiestan algunos varones. No podemos permitir que la felicidad y el bienestar de cientos de niños, niñas y adolescentes se desvanezca porque ven morir a su madre, y queden huérfanos y vulnerables...
»La violencia tiene raíces profundas y muy diversas; por eso debemos empezar por la familia, la base donde muchas veces... se engendra el germen de la violencia y, si no se corta a tiempo, florece como cizaña que impide que crezcan buenos frutos.
»En ese tenor, hago un llamado a que nos comprometamos todos... a respetar y amar a nuestra pareja, a inculcar en nuestros hijos varones los valores del respeto, del cuidado y de la protección hacia la mujer, y a establecer relaciones sanas basadas en la consideración, en el diálogo y en el agradecimiento.
»Yo soy una mujer plenamente agradecida... que... siempre tengo mi corazón puesto en lo que Dios me ha dado. Y Dios me ha rodeado de personas como ustedes que están dispuestas a ser un camino de paz y amor, y reflejar [su] gracia infinita..., para que juntos seamos faro de luz que ilumina las familias de nuestro país y hace florecer la vida de nuestras mujeres.
»Que Dios les bendiga».
¿Por qué no nos unimos a ese grupo de personas a las que se dirigió la distinguida primera dama aquella noche? Como la luz del mundo que somos, hagamos brillar esa luz delante de todos, tal como nuestro Señor Jesucristo nos instó a que hiciéramos, de modo que la familia de cada uno refleje su amor, su paz y su gracia infinita.