Un pueblo que aún no ha roto sus cadenas

Con esta edición especial de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA comienza el conteo regresivo de las 20 canciones que recibieron la mayor votación en nuestra encuesta «Su

Hermano Pablo

Con esta edición especial de UN MENSAJE A LA CONCIENCIA comienza el conteo regresivo de las 20 canciones que recibieron la mayor votación en nuestra encuesta «Su canción popular favorita». Esta es la canción que ocupó el puesto número 20:

Donde brilla el tibio sol

con un nuevo fulgor dorando las arenas.

Donde el aire es limpio aún

bajo la suave luz de las estrellas.

Donde el fuego se hace amor,

el río es hablador y el monte es selva.

Hoy encontré un lugar

para los dos en esta nueva tierra.

América es América.

Todo un inmenso jardín, eso es América.

Cuando Dios hizo el Edén pensó en América.

Cada nuevo atardecer

el cielo empieza a arder y escucha el viento

que me trae con su canción

una queja de amor como un lamento.

El perfume de una flor,

el ritmo de un tambor en las praderas.

Danzas de guerra y paz

de un pueblo que aún no ha roto sus cadenas.

América es América.

Todo un inmenso jardín, eso es América.

Cuando Dios hizo el Edén pensó en América. (1:50)

Cuando Nino Bravo grabó el tema «América, América», lo escuchó y quiso volver a grabar para mejorarlo. Pero murió trágicamente antes de tener la oportunidad de hacerlo, en 1973, en un accidente automovilístico cerca de Madrid. Tenía apenas 28 años de edad. Con todo, aquella canción compuesta por sus paisanos españoles José Luis Armenteros y Pablo Herrero recorrió el mundo entero como un homenaje póstumo a Nino, en un disco que batió todos los récords en España en cuanto a expectación y pedidos adelantados.

Con frecuencia Nino decía que América era «el futuro del mundo», a pesar de juzgarlo «un pueblo que aún no ha roto sus cadenas», como dice la canción. Gracias a Dios el Creador de este Edén que es Iberoamérica, si bien no todo ese pueblo ha logrado liberarse de toda cadena de opresión, hay millares que se han valido del poder de Jesucristo para romper las cadenas del pecado que los ataban, obteniendo así la libertad más valiosa a la que puede aspirar cualquiera de nosotros.



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