Un símbolo de la paz
Su compositor nació en 1951 en la provincia de Santa Fe, Argentina, se radicó en Buenos Aires a los 18 años, y cuatro años después lanzó el
Su compositor nació en 1951 en la provincia de Santa Fe, Argentina, se radicó en Buenos Aires a los 18 años, y cuatro años después lanzó el primero de unos 30 discos que grabaría a lo largo de su carrera como músico popular. Entre las composiciones de este cantautor que habrían de convertirse en retratos de la época debido a que en ellas aboga por los derechos humanos y por la solidaridad con los marginados, esta canción de su cuarto LP, que lanzó en 1978, se canta hoy en todo el mundo, en distintos idiomas, como un símbolo de la paz. Porque al mensaje de esta letra de Raúl Alberto Antonio Gieco, más conocido como León Gieco, nadie ha podido ser indiferente, sobre todo quienes la favorecieron con su voto en nuestra encuesta «Su canción popular favorita», por lo que ocupó el puesto número siete:
Solo le pido a Dios
que el dolor no me sea indiferente,
que la reseca muerte no me encuentre
vacío y solo sin haber hecho lo suficiente.
Solo le pido a Dios
que lo injusto no me sea indiferente,
que no me abofeteen la otra mejilla
después de que una garra me arañó esta suerte.
Solo le pido a Dios
que el engaño no me sea indiferente,
si un traidor puede más que unos cuantos,
que esos cuantos no lo olviden fácilmente.
Solo le pido a Dios
que el futuro no me sea indiferente,
desahuciado está el que tiene que marchar
a vivir una cultura diferente.
Solo le pido a Dios
que la guerra no me sea indiferente,
//es un monstruo grande y pisa fuerte
toda la pobre inocencia de la gente.//
«Es rara la situación que pasan mis nietas —reflexionó León Gieco en una entrevista en el año 2004—. Me ven en el libro de lectura del colegio, porque está mi foto, y dice: “Creador de una de las canciones por la paz: Solo le pido a Dios”... Parezco un prócer para ellas.» ¡Qué bueno fuera que, así como en el caso de León Gieco, algún día también los hijos y los nietos nuestros pudieran hacer alarde de que a nosotros se nos conoce en todo el mundo por fomentar la paz! Esforcémonos por que así sea, y más aún por que se cumpla en nosotros la bienaventuranza de Jesucristo que dice: «Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios».