Una súplica desgarradora

Nació en 1946 en la provincia española de Alicante. Su popularidad alcanzó la cima en las décadas de 1970 y 1980 en España y en Iberoamérica. Se

Hermano Pablo

Nació en 1946 en la provincia española de Alicante. Su popularidad alcanzó la cima en las décadas de 1970 y 1980 en España y en Iberoamérica. Se le ha considerado el artista más completo de su generación por haber sido intérprete, compositor y productor de sus propias canciones, con más «números uno» que cualquier otro cantante hispanohablante: cincuenta y dos en total.

Tres de esos «números uno» los consiguió a finales de 1980, cuando lanzó su álbum titulado Amaneciendo, que vendió diez millones y medio de discos y recibió el premio «Globo de Oro». He aquí el «número uno» de ese disco que ocupó el puesto número once en nuestra encuesta «Su canción popular favorita», tema al que Camilo Blanes Cortés, conocido por su nombre artístico Camilo Sesto, calificó en un concierto como una de sus mejores canciones:

Perdóname,

si pido más de lo que puedo dar,

si grito cuando yo debo callar,

si huyo cuando tú me necesitas más.

Perdóname,

cuando te digo que no te quiero ya:

son palabras que nunca sentí

que hoy se vuelven contra mí.

¡Perdóname, perdóname, perdóname!

¡Perdóname, perdóname, perdóname!

Si hay algo que quiero, eres tú...

Perdóname,

si los celos te han dañado alguna vez,

si alguna noche la pasé lejos de ti

en otros brazos, otro cuerpo y otra piel.

Perdóname,

si no soy quien tú te mereces,

si no valgo el dolor que has pagado por mí

a veces...

¡Perdóname, perdóname, perdóname!

Perdóname, perdóname, perdóname!

Si hay algo que quiero, eres tú...

Perdóname,

y no busques un motivo o un por qué:

simplemente yo me equivoqué.

¡Perdóname!

Quiera Dios que la desgarradora súplica de esta canción nos motive a todos no solo a pedir perdón a quienes alguna vez hayamos herido u ofendido, incluso a Dios mismo, sino también a perdonar a quienes nos han causado daño. Porque si perdonamos a otros sus ofensas, también nos perdonará a nosotros nuestro Padre Celestial —dijo Jesucristo con relación al padrenuestro—. Pero si no perdonamos a otros sus ofensas —advirtió—, tampoco nuestro Padre nos perdonará a nosotros las nuestras.



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