Panamá necesita líderes que no claudiquen

Panamá necesita líderes que no claudiquen

Panamá necesita líderes que no claudiquen

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Por: Ricardo Martinelli

Expresidente de la República

Cada gobernante debe tener un propósito y un fin al hacer actos que cambien la vida ciudadana; unas veces creando nuevas condiciones en el juego político y otras tratando de dejar un legado  para las próximas generaciones.

Yo en particular soy objeto de una injusta persecución política por los círculos cero del poder que no desean que los más necesitados tengan una mejor calidad de vida. El tiempo es mi mejor aliado. El legado que deseo dejar es mantenerme firme ante tantas injusticias, ya que lo único que desean es que no corra a puesto público en el 2019.

Aristóteles decía: "Trabaja para controlar tus emociones y dedícate a pensar en el futuro, esta acción te llevará hasta tus objetivos, y entrénate para pensar  en adelante". Con este pensamiento, el ser humano debe mantenerse en curso e ignorar el conocimiento tradicional de qué hacer o no hacer. Se debe ser paciente  y planear los pasos anticipadamente si se desea el triunfo final.

Tus acciones pueden parecer extrañas para otras personas, pero no importa. Por lo menos que te entiendan y se te hará más fácil el mantenerte en el objetivo final, que es que la paz y la tranquilidad lleguen lo más antes posible a Panamá.

En muchas ocasiones se pierden todas las batallas, pero al final se gana la gran guerra. Esto solamente sucede si tienes la tenacidad y el firme propósito de mantener tus objetivos  para cambiar un sistema, poner un partido y cambiarle la vida a todo un pueblo. Un  pueblo sufrido que lo único que necesita son líderes que no claudiquen, no se rajen ni se rindan, y que quieran dejar un legado a su familia y próximas generaciones enfrentándose a un gobierno de hipocresía y engaño.

Esta gran estrategia muchos la promueven por sus propios intereses y otros, por un deseo común de reivindicar un pasado que trajo mucha alegría y gloria a la mayoría de un pueblo olvidado por una pequeña pseudooligarquía  de nuevos ricos y aspirantes a rabiblancos que, producto del engaño, la trampa y de la manipulación de la información y la justicia, le quitan al pueblo sus sueños y esperanzas, a cambio de satisfacer sus bolsillos, sus odios y persecuciones políticas. Esto se hace en un ambiente de desprestigio sistemático a la clase política.

Dejemos la pelea a un lado y todos pensemos en Panamá, sin odios. 

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