Rivales en armas pactan la paz
Antes no podían verse ni de lejos, a pesar de que viven uno al lado del otro. Sin embargo, la noche del jueves decidieron darse las manos
Antes no podían verse ni de lejos, a pesar de que viven uno al lado del otro. Sin embargo, la noche del jueves decidieron darse las manos y dejar a un lado la guerra.
Son los ciudadanos de la Calle 8 y 9 de la Avenida Justo Arosemena, de la ciudad Colón, que después de conversar abiertamente hicieron un pacto de amistad.
Antes que eso ocurriera, las balas sonaban a cada momento y la rivalidad era solo por vivir en calles distintas, o porque de pronto uno resultó herido y se culpaban mutuamente.
"Nos conocemos desde chiquitos. Yo hablaba bien contigo y de pronto todo cambió", decía uno de los hombres que no pasa de 30 años.
Y esa rivalidad provocaba que no pudieran pasar por esas calles, sino que tenían que caminar por largos caminos para llegar a sus destinos, porque solo saber que uno estaba cerca, se escuchaban sonar las armas de fuego.
"Yo quiero cambiar mi vida. Tengo mi hijo, mi esposa y no es justo que ellos vivan asustados", decía otro de los pandilleros que ha tenido que adoptar ese nombre, a pesar de no tener problema con nadie del barrio.
El subcomisionado Porfirio Justavino, jefe de la Policía Nacional en Colón, dijo que lo más importante es que esos jóvenes se sientan apoyados y sepan que la violencia no los llevará a nada bueno.
"Queremos apoyar, no reprimir a nadie, pero hay que comprender que la comunidad quiere paz y debemos garantizarla", dijo el comisionado Justavino, que fue uno de los que organizó esa unidad entre esos pandilleros.
Por su parte, el gobernador de Colón, Jorge Bordanea, consideró que es importante ser parte de la paz de los colonenses. "Vamos a seguir con el trabajo que inició Pedro Ríos".
El pastor Rafael Cañas, del Ministerio Evangélico Sembrando semilla, dijo que Dios está haciendo la obra para ayudar a que esos jóvenes comprendan que solo siguiéndolo, lograrán lo que buscan.
En esa actividad participó el dirigente de los desempleados, Roberto Small, quien pide a ambos pandilleros de esas calles que dejen la violencia.
Recientemente, el hijo de Small, del mismo nombre, resultó herido en una de esas calles, pero considera que solo buscando la hermandad entre ellos se puede encontrar una ciudad donde todos podamos caminar y compartir.
Los pandilleros de hoy quieren paz, pidieron que se les ayude con programas de restauración de sus viviendas, limpieza de sus calles o un trabajo que los ayude a sostener a sus familias.
Se espera que esas reuniones continúen para beneficio de toda la comunidad que no quiere escuchar más de violencia armada en Colón.
"Esperamos que esta paz sea de corazón, y que nadie rompa la regla", dijo otro de los pandilleros.