El Vidajena
Hay un dicho muy sabio y que tiene aplicación tanto hoy, como lo tuvo en los siglos pasados: la fruta del cercado ajeno nos parece más apetecible que la que tenemos en el chantin. Pero, esta preferencia que debiera ser prohibida suele traer nefastas consecuencias como lo vamos a ver seguidamente.
En el cuarto siete del patio limoso vive la parejita de tórtolos formada por la hermosota y sexi Isaura con su quitafrío, un tal Ligorio, un pasiero bastante jovenzuelo al igual que su peor es nada.
Cuando Ligorio se reunía con sus amigotes, estos lo felicitaban por haberse conseguido manso paisito, porque Isaura tiene lo suyo bien repartido: un busto muy excitante y que ella deja "Al descubierto" desabotonándose el botón superior de la blusa tipo suéter de tela muy delgada, tal como esa guial que le dicen La Mella, por lo cual tiene clientes abundantes en la cantina del mercado donde agachaba el lomo. Tiene una cinturita breve que da nacimiento a unas curvas.
!Ay Dios mío!, qué espectáculo cuando la chichi camina por la Catedral de Calidonia en dirección al mercadito para comprar el mondongo. Isaura se preocupa de cocinar muy sabroso el mondongo, poniéndole sazón irresistible que el man, después de comerse dos platos bien hondos, pida más, pero Isaura le dice que ya está muy agotada y se duerme.
Fíjense ustedes. Ligorio, con tantos placeres en el chantin, le dio por fijar sus dos lámparas en una graciosa vecina, una guial delgadita, fula, parecida a Paris Hilton. Es linda, pero es una belleza fría, pero despertó el interés del pasierazo y desde que la vio, como dice el poeta "jamás la pudo olvidar".
Esta tierna guialcita se llama Dulcinea, sí, sí, tiene el mismo nombre que la quitafrío del Quijote. !Ah¡. Pero había un problemita. La deliciosa criatura tiene quitafrío en la persona del negro Tomás, un man bastante rudo, campeón de peleas callejeras y de cantina. Este pasiero cuando no le buscan pleito, el los provoca y consciente de que su mujercita es todo un manjar, cuando se emborracha con ron malo, grita en el patio limoso que si sorprende a algún fulano echándole los perros a Dulcinea le va partir la crisma. Quizás por esto es que muchos se abstienen de enamorar a la hembrita. Según dicen, Dulcinea siempre está falta de caricias porque el negro Tomás, oriundo de la Costa Arriba, se la pasa vacilando a las bellas cantineras y saloneras de las cantinas del mercado. Por eso, Dulcinea siempre anda un poco triste y cuando vio a su vecino Ligorio quedó fascinada con el cholito. (Acuérdense que Dulcinea y el tal Tomás están recién mudados al patio limoso).
Régula, Saco de Sal, Gemebunda y Sedoína le habían dicho a Tomás que anduviera "ojo