Emotiva historia, en Teatro La Quadra
A Sebastián y Canuto los unen sus tragedias. Viven solos, marginados. Pero se hallan. Aunque, al final, se pierdan. La excesiva confianza es la culpable.
Rosalina Orocú Mojica
[email protected]
La amistad, cuando hay terreno fértil florece y es como la "siempre viva". Así ocurrió en "El Monte Calvo", tragicomedia que está en cartelera en el Teatro La Quadra hasta el lunes 17 y donde Martin Raggo, Alejo Gaviria y Michelle A. Guevara presentan una triste y emotiva historia donde dos menesterosos se cuentan sus cuitas y comparten sueños y hambres.
A Sebastián y Canuto los unen sus tragedias. Viven solos, marginados. Pero se hallan. Aunque, al final, se pierdan. La excesiva confianza es la culpable.
Sebastián (un ex soldado colombiano que fue a pelear una batalla ajena, de Estados Unidos, en Corea y perdió una pierna y la paz interna) y Canuto (un ex payaso), tratan de acallar el hambre nutricia y afectiva matando el tiempo y repasando su vida pasada. Se animan uno al otro y aunque las heridas de la guerra, del desamor social, del rechazo, de la soledad...están aún abiertas, la mera compañía del otro y las ilusiones que alimentan de que podría salir en su vida el sol, mitigan un poco el dolor.
Cada uno ha librado batallas. No siempre se gana, podrían concluir.
En el caso de Sebastián, su situación actual- el estar lisiado, desempleado y no poder exiliar de su mente los miedos, resentimientos y sentimientos de culpa- es un permanente recorderis de que después de la guerra sólo quedan fantasmas que hacen de cada día una pesadilla.
Es una historia tierna, donde hay mucho calor humano, producto del desamor del resto de la sociedad que los condena a pasar frío, soledad y toda clase de privaciones.
La guerra tampoco perdonó al coronel (interpretado por Martin Raggo), quien tiene doble moral y problemas de personalidad, pero en el campo de batalla se siente como un dios y abusa de su poder, algo muy propio de los hombres pequeños y mediocres.
Con su arrastre de traumas psicológicos Sebastián se presta a jugar el juego de la guerra e insta a Canuto a hacerlo. Craso error.
Es el precio del hambre y del olvido social.
Entonces, lágrimas y lamentos tardíos.
La cosecha del público es rica, durante y después de la obra (ya que al culminar los teatristas participan en un conversatorio).
No dejen de pasar a ver esta producción teatral (las funciones son a las 8:00 p.m.) que motiva a la reflexión acerca de muchos temas: la guerra y sus secuelas (aquellos que alimentan la violencia para destruir, dividir, dañar, matar, lucrarse) amistad, tolerancia, amor altruista, indiferencia social, pobreza, estigmatización, soledad, temores internos y externos, ausencia de valores ético-morales, autoestima, pobre valoración de la vida....
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La amistad, cuando hay terreno fértil florece y es como la "siempre viva". Así ocurrió en "El Monte Calvo", tragicomedia que está en cartelera en el Teatro La Quadra hasta el lunes 17 y donde Martin Raggo, Alejo Gaviria y Michelle A. Guevara presentan una triste y emotiva historia donde dos menesterosos se cuentan sus cuitas y comparten sueños y hambres.
A Sebastián y Canuto los unen sus tragedias. Viven solos, marginados. Pero se hallan. Aunque, al final, se pierdan. La excesiva confianza es la culpable.
Sebastián (un ex soldado colombiano que fue a pelear una batalla ajena, de Estados Unidos, en Corea y perdió una pierna y la paz interna) y Canuto (un ex payaso), tratan de acallar el hambre nutricia y afectiva matando el tiempo y repasando su vida pasada. Se animan uno al otro y aunque las heridas de la guerra, del desamor social, del rechazo, de la soledad...están aún abiertas, la mera compañía del otro y las ilusiones que alimentan de que podría salir en su vida el sol, mitigan un poco el dolor.
Cada uno ha librado batallas. No siempre se gana, podrían concluir.
En el caso de Sebastián, su situación actual- el estar lisiado, desempleado y no poder exiliar de su mente los miedos, resentimientos y sentimientos de culpa- es un permanente recorderis de que después de la guerra sólo quedan fantasmas que hacen de cada día una pesadilla.
Es una historia tierna, donde hay mucho calor humano, producto del desamor del resto de la sociedad que los condena a pasar frío, soledad y toda clase de privaciones.
La guerra tampoco perdonó al coronel (interpretado por Martin Raggo), quien tiene doble moral y problemas de personalidad, pero en el campo de batalla se siente como un dios y abusa de su poder, algo muy propio de los hombres pequeños y mediocres.
Con su arrastre de traumas psicológicos Sebastián se presta a jugar el juego de la guerra e insta a Canuto a hacerlo. Craso error.
Es el precio del hambre y del olvido social.
Entonces, lágrimas y lamentos tardíos.
La cosecha del público es rica, durante y después de la obra (ya que al culminar los teatristas participan en un conversatorio).
No dejen de pasar a ver esta producción teatral (las funciones son a las 8:00 p.m.) que motiva a la reflexión acerca de muchos temas: la guerra y sus secuelas (aquellos que alimentan la violencia para destruir, dividir, dañar, matar, lucrarse) amistad, tolerancia, amor altruista, indiferencia social, pobreza, estigmatización, soledad, temores internos y externos, ausencia de valores ético-morales, autoestima, pobre valoración de la vida....