Viva - 30/1/14 - 04:53 PM
Patch Adams: "La soledad, peor experiencia humana"
Patch Admas puede hablar con propiedad. Ha estado en lugares donde las personas viven en extrema pobreza, en medio de la guerra, en hospitales.
Rosalina Orocú Mojica / VIVA
Rosalina.orocupasa.com
La peor experiencia humana, puedo atestiguarlo, es la soledad. Nada duele más que no tener a nadie que te ame, dijo Patch Adams, en su taller-conferencia de cuatro horas anoche en el Hotel El Panamá.
“Estoy seguro que no hay tal enfermedad, la depresión. Esto es un síntoma de la soledad”, afirmó.
Siguió diciendo que los que dicen tenerla o se les diagnostica, no necesitan una pastilla, necesitan es un amigo.
“Pensar en el amigo acaba con el sufrimiento. Algunas personas pueden te4ne4r a Dios como su amigo. Y, aunque yo nunca he creído en Dios, yo he rezado por todo el sufrimiento y las tiranías que existen. He estado junto a personas que atraviesan por las peores situaciones, en lugares muy pobres, en lugares infernales y he visto que si ellas creen en Dios esto completamente elimina su sufrimiento. Esto es lo que un amigo es para mí, mi ‘spiritual life’ (mi vida espiritual). No puedes vivir sin ello”, expresó.
Patch Admas puede hablar con propiedad. Ha estado en lugares donde las personas viven en extrema pobreza, en medio de la guerra, en hospitales.
No le queda duda de que la revolución del amor, que es su filosofía de vida, es el camino a seguir para evitar la extinción de la especie.
Así lo puso de manifiesto, con ejemplos, anécdotas, ejercicios, referencias de libros que ha leído (entre los que hablan de la naturaleza y los de poesía tiene en su biblioteca 6 mil) el médico y motivador estadounidense de 68 años que pregona en los cuatro puntos cardinales que reírse, hacer reír y ser feliz y hacer felices a tantas personas como se pueda es la llave para vivir plenamente y en paz consigo y los demás.
Hay que hacer amigos. Hay que hacer reír. Hay que reír. Esos eran aspectos en los que enfatizaba.
Dio ejemplo de “locuras”, “ideas creativas”, sobre cómo reír y hacer reír sin dañar al otro: hacer morisquetas a los que van en ascensores, donde todo el mundo mira para el techo, se mira el reloj, los zapatos, da la espalda, mira los botones que dicen en qué piso están (si no es ascensor ‘inteligente’) hace como que está concentrado y aunque tenga al otro casi rozándole la cara pareciera hipnotizado; también iniciar conversaciones divertidas con desconocidos; asistir a fiestas donde no se le ha invitado, pero aplicar esto de que “donde quieras que vayas, hagas lo que vieres” y tratar de ser divertido; vestir estrafalario, pero que cause risa a otros; hacerle guiños a la gente o sencillamente reírse con ellos o hasta solo, porque “si te ven riendo pensarán que alguna razón tienes para hacerlo y al final terminan riendo, pues la risa es contagiosa”.
Relató anécdotas de su niñez y juventud y de cómo su primer encuentro con el odio fue cuando era testigo de la discriminación étnica en el Sur de Estados Unidos.
Siguió hablando de cómo vivimos en un mundo rodeados de personas y, sin embargo, solos.
Pero, dijo, “si eres amigo de ti mismo es mucho más fácil”.
Se refirió a como hace 43 años comenzó una comuna, “un hospital modelo, en donde se brinda cuidados especializados a un 10% del costo, en un país donde no pueden desacelerar la inflación.”
Invitó a ejercitarse. Él, dijo, a sus 68 años, desde hace 45 años que alza pesas y practica yoga.
Y “me pregunto ¿cuándo es que voy a envejecer?”, añadió riéndose y tocándose la punta de los pies sin agacharse, sin doblar las rodillas.
Tomar energía de los árboles, de tu alrededor, del arte, de los demás, y compartir la tuya, fue otra sugerencia, para hacerse fuertes y felices, porque la unidad hace la fuerza y de paso trae felicidad.
“Tienen que abrirse como personas”, dijo.
Tu cuerpo interno está dormido, hay que reír. Tienes permiso total para reírte y si ven la película Mary Poppins, pueden hacerlo mejor”, agregó y empezó a cantar la canción del filme y a reírse y reírse con ganas, desde lo más profundo de su alma.
Rosalina.orocupasa.com
La peor experiencia humana, puedo atestiguarlo, es la soledad. Nada duele más que no tener a nadie que te ame, dijo Patch Adams, en su taller-conferencia de cuatro horas anoche en el Hotel El Panamá.
“Estoy seguro que no hay tal enfermedad, la depresión. Esto es un síntoma de la soledad”, afirmó.
Siguió diciendo que los que dicen tenerla o se les diagnostica, no necesitan una pastilla, necesitan es un amigo.
“Pensar en el amigo acaba con el sufrimiento. Algunas personas pueden te4ne4r a Dios como su amigo. Y, aunque yo nunca he creído en Dios, yo he rezado por todo el sufrimiento y las tiranías que existen. He estado junto a personas que atraviesan por las peores situaciones, en lugares muy pobres, en lugares infernales y he visto que si ellas creen en Dios esto completamente elimina su sufrimiento. Esto es lo que un amigo es para mí, mi ‘spiritual life’ (mi vida espiritual). No puedes vivir sin ello”, expresó.
Patch Admas puede hablar con propiedad. Ha estado en lugares donde las personas viven en extrema pobreza, en medio de la guerra, en hospitales.
No le queda duda de que la revolución del amor, que es su filosofía de vida, es el camino a seguir para evitar la extinción de la especie.
Así lo puso de manifiesto, con ejemplos, anécdotas, ejercicios, referencias de libros que ha leído (entre los que hablan de la naturaleza y los de poesía tiene en su biblioteca 6 mil) el médico y motivador estadounidense de 68 años que pregona en los cuatro puntos cardinales que reírse, hacer reír y ser feliz y hacer felices a tantas personas como se pueda es la llave para vivir plenamente y en paz consigo y los demás.
Hay que hacer amigos. Hay que hacer reír. Hay que reír. Esos eran aspectos en los que enfatizaba.
Dio ejemplo de “locuras”, “ideas creativas”, sobre cómo reír y hacer reír sin dañar al otro: hacer morisquetas a los que van en ascensores, donde todo el mundo mira para el techo, se mira el reloj, los zapatos, da la espalda, mira los botones que dicen en qué piso están (si no es ascensor ‘inteligente’) hace como que está concentrado y aunque tenga al otro casi rozándole la cara pareciera hipnotizado; también iniciar conversaciones divertidas con desconocidos; asistir a fiestas donde no se le ha invitado, pero aplicar esto de que “donde quieras que vayas, hagas lo que vieres” y tratar de ser divertido; vestir estrafalario, pero que cause risa a otros; hacerle guiños a la gente o sencillamente reírse con ellos o hasta solo, porque “si te ven riendo pensarán que alguna razón tienes para hacerlo y al final terminan riendo, pues la risa es contagiosa”.
Relató anécdotas de su niñez y juventud y de cómo su primer encuentro con el odio fue cuando era testigo de la discriminación étnica en el Sur de Estados Unidos.
Siguió hablando de cómo vivimos en un mundo rodeados de personas y, sin embargo, solos.
Pero, dijo, “si eres amigo de ti mismo es mucho más fácil”.
Se refirió a como hace 43 años comenzó una comuna, “un hospital modelo, en donde se brinda cuidados especializados a un 10% del costo, en un país donde no pueden desacelerar la inflación.”
Invitó a ejercitarse. Él, dijo, a sus 68 años, desde hace 45 años que alza pesas y practica yoga.
Y “me pregunto ¿cuándo es que voy a envejecer?”, añadió riéndose y tocándose la punta de los pies sin agacharse, sin doblar las rodillas.
Tomar energía de los árboles, de tu alrededor, del arte, de los demás, y compartir la tuya, fue otra sugerencia, para hacerse fuertes y felices, porque la unidad hace la fuerza y de paso trae felicidad.
“Tienen que abrirse como personas”, dijo.
Tu cuerpo interno está dormido, hay que reír. Tienes permiso total para reírte y si ven la película Mary Poppins, pueden hacerlo mejor”, agregó y empezó a cantar la canción del filme y a reírse y reírse con ganas, desde lo más profundo de su alma.