Tú en tu cama y yo en la mía

Tomado de: El Tiempo

Bajo las sábanas no solo se comparten las ganas de dormir. También, la pasión, la intimidad, la camaradería. Pero, tal vez lo más significativo, es que tener un lecho en común pone a prueba la capacidad de tolerar al otro, y no propiamente a partir de sus virtudes. Es casi que un anatema la idea de que dos personas que viven juntas (y gozan de una relación sólida) duerman en espacios separados. Sin embargo, en los últimos años esta tendencia se ha venido imponiendo. Un artículo de El País, de España, revela, incluso, unas interesantes cifras: mientras en Estados Unidos el 25 por ciento de las parejas duerme en camas separadas, en Gran Bretaña lo hace una de cada diez.

Son famosos los casos de parejas que comparten techo, pero no cama: la reconocida actriz británica Helena Bonham Carter vive feliz ‘alejada’ de su esposo, el cineasta Tim Burton. Aunque ambos comparten la casa, junto a sus dos hijos, viven en espacios distintos. “Yo hablo, él ronca. Y además, mi marido sufre de insomnio por lo que tiene que ver la televisión hasta quedarse dormido y yo necesito silencio”, contó la actriz.

‘Ni buena ni mala’

Hay quienes consideran que esta decisión es válida. Neil Stanley, expresidente de la Sociedad Británica del Sueño, dijo a BBC News que “no tiene sentido compartir la cama con alguien que hace ruido y con quien tienes que luchar por un pedazo de colcha”.

Incluso va más allá: no tendría por qué haber reparo en partir cobijas pues, asegura, quienes duermen en un mismo lecho tienen un 50 por ciento más de posibilidades de ver interrumpido su descanso. ¿A quién no le produce ‘neura’ que su compañero trasnoche viendo la tele, se levante al baño con frecuencia, ronque, tumbe su pierna sobre los muslos de su señora o le robe las cobijas?

“No es una opción ni buena ni mala”, explica la psicóloga y terapeuta de pareja Nelly Rojas. Según la experta, lo más importante es tomar esta decisión de forma conjunta. “He visto muy buenas relaciones de pareja con camas separadas. En ese sentido, la psicóloga Sandra Herrera explica que si la decisión de no compartir la cama es un acuerdo previo a la unión marital, no tendría por qué afectar. “Si ocurre después de la convivencia, porque no soporto al otro, es algo disfuncional”, dice.

Herrera reitera la importancia de enamorarse un poco de las debilidades del otro y que exista comunicación afectiva para buscar en equipo una solución al problema.

A juicio de algunos expertos, la cama matrimonial es un termómetro de la relación. Cuando sus ocupantes deciden reemplazarla por dos catres sencillos, este acto es visto como un divorcio temporal que puede indicar algún tipo de ruptura.

“Dormir en camas separadas denota, en principio, la individualidad que cada uno quiere conservar, así sea en el matrimonio –afirma Herrera–. Sin embargo, las personas olvidan que cuando deciden casarse deben aceptar al otro, convivir con el otro, sentir su olor, su calor... Lo contrario es como vivir en casas separadas”.

Para el psiquiatra Jorge Forero, en algunos casos esta opción es una manera de velar por la vida sexual. “Es saludable para quienes han identificado que su deseo sexual tiene un grado de desinterés y apagamiento por razones bioquímicas, pues se afirma que el acercamiento permanente hace que las feromonas no encuentren receptores desocupados en la piel de la otra persona y eso disminuye el deseo sexual”.

Pero también hay razones como disputas que no se han logrado resolver –como infidelidades–, mucho más comunes cuando la pareja duerme en habitaciones separadas. “A veces es una forma de retaliación. Una de mis pacientes, por ejemplo, no volvió a compartir la cama con su esposo luego de haber descubierto que la engañaba con otra mujer”.

En últimas, precisan los expertos, es clave que esta separación temporal no obre por castigo o venganza, pues contribuirá a deteriorar la relación de pareja y la convivencia.

http://www.eltiempo.com/vida-de-hoy/salud/dormir-separados-opcin-para-las-parejas_13240457-4