Nadie sabía del paradero de Alejandro Bedoya desde hace 14 días. Ni siquiera se imaginaban que había muerto. Las aves de rapiña que sobrevolaban el potrero de los Ameglio, cercano al tanque de agua de la barriada 2,000 de Torrijos-Carter, San Miguelito, fueron las que señalaron el camino. Allí encontraron su cadáver en descomposición.
Los familiares de este ciudadano ya habían reportado su desaparición ante la PTJ. Se presume que haya sido asesinado.