|
En el Panamá contemporáneo, hay que proteger a los menores no sólo de los accidentes y las malas influencias. Ahora también es preciso preservarlos del secuestro, un fenómeno poco común en nuestro medio hasta fechas recientes.
Hace un mes desapareció en Arraiján una menor de año y medio; nadie la ha vuelto a ver. Simultáneamente, se extravió un pequeño en un campo de Penonomé. Su cuerpo sin vida fue hallado unas semanas más tarde.
Otros intentos de robo de menores se han reportado desde entonces en Chilibre y, nuevamente, Arraiján. Crítica publicó el sábado (8 de marzo) la experiencia de dos niños indígenas de El Cristal, en Arraiján, víctimas de una tentativa de rapto.
�Para qué se roban a los niños? Varios objetivos se mencionan, todos escalofriantes: para venderlos a padres adoptivos, para extraerles y vender sus órganos vitales, para utilizarlos como objeto sexual, para emplearlos como víctimas en prácticas de brujería.
Las autoridades no parecen preparadas para enfrentar y neutralizar esta manifestación criminal. Un reportaje publicado en La Prensa (23 de febrero), revela la falta de organización que prevalece en la lucha contra el secuestro de menores.
Tiempo es de que se pongan las pilas. En Colombia y otros países, el rapto de niños es un acontecimiento corriente, que afecta sobre todo a los sectores populares. No queremos que aquí ocurra lo mismo. Y usted, padre o madre de familia, cuide a sus hijos. La atención de sus niños es su principal obligación. |
