El pueblo de Halabja, en el Kurdistán iraquí, guardó silencio y luto en el vigésimo aniversario de la matanza de 5,000 personas en un ataque con gases químicos lanzado por el Ejército de Saddam Hussein en 1988.
Las autoridades del Kurdistán iraquí erigieron una estatua de Omar Jawar, víctima de la matanza contra los kurdos, y cuya historia se ha convertido en un símbolo del horror del que fue testigo esta localidad de 60,000 habitantes del norte de Irak.
Jawar murió mientras intentaba salvar a uno de sus hijos recién nacidos, pero el gas tóxico acabó con la vida de ambos antes de que pudieran abandonar el área.