El asesinato a tiros del reguesero Leonardo Renato Aulder Alvarado, "El Kid", en una actividad bailable en el corregimiento de Santa Ana, pone al descubierto el nivel de violencia que hay entre un sector de la juventud panameña, que no tiene el mínimo respeto por la vida de los demás.
Por cualquiera cosa se mata. Ya sea por encargado o porque te vean al lado de un adversario de los integrantes de la pandilla del barrio, cualquiera saca un arma de fuego y te la descarga.
Esa situación refleja que algo anda mal en los hogares de esos gatilleros. Los padres de familia se hacen los ciegos ante la realidad de estar conviviendo con homicidas. �Cómo se puede apadrinar ésto? �Cómo un padre a sabiendas que su hijo anda matando gente a diestra y siniestra, no lo exhorta a corregir el rumbo y por el contrario prefiere disfrutar de las ganancias del sicariato?
Más que poner un policía en cada esquina, se requiere que los padres cumplan su rol y no se conviertan en alcahuetas de hijos gatilleros.
El asunto es tan extremo que ya la juventud ni siquiera podrá pasar un rato de amena diversión, porque en cualquier momento llega un matón y acaba con uno o con todos los presentes. Sin duda que hay que hacer un alto y que los jefes de los hogares reflexionen sobre los ejemplos que siguen sus hijos y pongan orden en casa. Cuando esto se logre, tendremos un Panamá seguro.
De igual modo, las autoridades deben profundizar las investigaciones y capturar a todos los homicidas y llevarlos pronto a juicio, para que la sociedad entienda que el que mate a alguien va para la cárcel.
Un crimen cometido frente a cientos de testigos no debe ser difícil de resolver. Testimonios debe haber a montones. Entonces a trabajar y capturar a los autores materiales e intelectuales del asesinato de "El Kid" y otros que no han sido resueltos.