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Hay algo que conmueve mi vida en estos momentos, es el grado de apatía de nuestra gente, el pensamiento no lo aplicamos con caracteres funcionales, es la obra de la mente que responde penosamente a una reacción tardía de consecuencias imperdonables. Todo no es más que la correspondencia del momento indicado, que engendra la situación que sirve de valla al hombre solícito y emprendedor.
Hoy los jubilados están en pie de lucha, unidos vencerán, disjuntos serán presa del engaño o de pretensiones maquiavélicas; ya he visto que se han alzado proposiciones poco agradables que responden más bien a las argucias que a los razonamientos lógicos anhelados.
Hay algo muy claro que cualquier mente sosa lo puede detectar, un aumento por debajo de $40.00 con el alto costo de todo, porque aquí, la gente desea ahogar al prójimo, no responde a las nuevas necesidades que se presentan en estos instantes en Panamá. Aceptar cualquier mendrugo ajeno al objetivo, es muy sencillo explicarlo: hartazgo para hoy y hambre para siempre. No creo que los jubilados que son gente entrada en años, pasen a formar parte del universo de candidez e ingenuidad, donde los pajaritos preñados vuelan incesantemente haciendo perder la atención e interés.
El grito de esperanza ha sido lanzado, para adelante sin temblor, Eladio Fernández tiene el temple del buen contendor, sólo él puede ser responsable de este evento, sus manos se mueven con seguridad de buen conductor de pueblos, y sus afirmaciones y delineamientos no ofrecen cabida al engaño. Gente nueve en esa directiva, no te dejes confundir por elementos que conocen como la palma de sus manos, todos los vericuetos donde la falacia tiene emplazado su suntuoso santuario.
Hay que ser firme, la inseguridad es obra mezquina de los espíritus elegidos por el vencimiento prematuro, alzarse enarbolando la bandera del triunfo es la tarea del apóstol, él es hecho para las elevaciones no para las depresiones. Las ideas extraordinarias alimentan el alma, a ellas estamos obligados a obedecer, porque emanan del fondo de la conciencia, volverles la espalda es un acto pecaminoso y cruel, así no podremos ofrecer un espectáculo digno a las generaciones del porvenir. Frente a la realidad que me ocupa, lo único que aconsejo es bregar; guardar silencio es señal de apocamiento o de ruindad moral, el sentimiento del corazón no admite muro de contención, la verdad es como la luz, se fuga por las endijas de la fortaleza secular, para imponer su esencia sin máculas.
Ya les surgieron al movimiento en el camino, salidas de la espesura vegetal, las estridencias de voces agoreras, afirmando que no hay plata, como siempre estos fonemas son esgrimidos por gente que gana emolumentos muy altos. �Por qué no contribuyen humanamente a remediar las angustias?. Los jubilados son viejos que mantienen familias enteras con sueldos de miseria. Ellos son los pasajeros del carro desvencijado del olvido que marcha sin freno a gran velocidad con rumbo desconocido y en estas condiciones no hay nada más fatigante que la palabra vacía, ayuna de esperanza reconfortante. |
