|
EDITORIAL
Letra muerta
En Panamá la medida efectiva para llamar la atención parece ser el cierre de calles a juzgar por el empleo permanente que hacen de ese método las organizaciones obreras y estudiantiles. Cualquier prohibición en letra muerta ya que nadie hace caso de los decretos y leyes de impedir el libre tránsito por las calles y avenidas del país.
No sólo en el gobierno actual, sino también en los anteriores, los manifestantes han hecho caso omiso de la prohibición de bloquear las principales rutas del país como protesta que muchas veces desemboca en actos vandálicos. En el cierre de la carretera Transístmica el pasado lunes les fue impedido el paso a varios automovilistas a la altura del puente Martín Sossa dificultándose el acceso al Hospital del Seguro Social y a la Universidad de Panamá, lo que trajo muchas incomodidades a la población que tenía urgencias que tramitar en ambas instituciones.
A pesar de que en reiteradas ocasiones el Ministerio de Gobierno y Justicia ha advertido sobre sanciones para los que violen estas disposiciones legales y vigentes, la misma parece no preocupar a los sindicatos y a las organizaciones estudiantiles que interpretan con amagos y amenazas sin ninguna efectividad, las prohibiciones del Premier.
Como lo anterior va en aumento, en un futuro cercano la Universidad o el Seguro Social tendrán que mudarse de local ya que potencialmente se le puede impedir el libre tránsito a una ambulancia que conduzca un enfermo de urgencia o pueden verse afectados por las bombas lacrimógenas algunos pacientes de nuestra principal institución de seguridad social. No hay que olvidar que la Universidad de Panamá es un punto neurálgico para protestas y quejas, por lo que las autoridades universitarias y del Colegio Artes y Oficios suspendieron sus clases ayer para enterarse más sobre los disturbios que afectaron la propiedad privada como buses y carros particulares. En el futuro, esa será la única alternativa.
El Día del Trabajo mostró al país en su punto de ebullición, pero al gobierno parece no preocuparle el asunto. Las protestas se multiplicaron, incluyendo el interior de la República. Las pruebas fehacientes están allí en las calles y no son inventos de los periodistas. Pero no hay peor sordo que el que no quiere escuchar y avanzamos por una peligrosa pendiente hacia el despeñadero y sólo los aduladores y serviles pasan inadvertida esta explosiva situación. La corrupción es el principal detonante, pero el Gobierno piensa que navegamos en un mar de leche sin darse cuenta que lo que hay es una borrasca en el horizonte que no podremos detener por su tozudez.
|
PUNTO CRITICO |
 |
|