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Sin embargo, soy rencoroso

Redacción | Cr�tica en L�nea

Me la vas a pagar!, exclamó un tipo a su exmujer. Esa expresión la escuché hace poco cuando compartía el taxi con una pareja. El hombre estaba lleno de rencores. No aceptaba ser reemplazado por otro.

Forcejearon y se dijeron de todo. Al parar el vehículo en un semáforo, la mujer optó por abandonar el taxi. El tipo le seguía gritando cuánto se le ocurría.

El chofer reanudó la marcha y comencé a conversar con el tipo. �Porqué tanto rencor?, le pregunté. Me relató que habían vivido un amor apasionado, pero que de la noche a la mañana la dama le dijo que tenía otro.

El hombre -aun herido- defendía a la mujer. Decía que la tipa era de esas que acuden todos los domingos a misa y reza el rosario. Yo le respondí que el hábito no hace el monje. Se me vino a la mente una canción de Ricardo Arjona, que relata que esas personas que hacen tanto alarde de religiosidad, es porque la conciencia les arde.

Más que tanto rezo, lo que observa Dios son los actos y tu alma, le manifesté el hombre, que ya había recuperado un poco la tranquilidad. Quizás esa relación no valía la pena y pronto encontrarás alguien que tenga un mejor corazón. El hombre aún dudaba. Tenía en su cabeza a esa mujer.

Lo entendí, pero le dije que si quería seguir amándola que lo hiciera, pero que dejara a un lado el rencor, que no soluciona nada y en todo caso le envenena su interior. Lo más aconsejable es no aferrarse a nada. Lo que está para ti nadie te lo quitara.

Una persona rencorosa se transforma y no piensa con claridad. Para qué amenazar a alguien con un "me la vas a pagar". Deja que la propia vida cobre las cuentas. Lo bueno o malo que hagas lo pagas aquí. El hombre iba llegando a su destino y quise darle optimismo. �Vendrán mejores días!, le dije bajando la ventana del taxi.



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