Sábado 29 de mayo de 1999

 








 

 


MENSAJE
Frenar con los frenos de otro

Hermano Pablo,
Costa Mesa, California

Roberto Albanés estaba observando su velocímetro. Ciento veinte kilómetros por hora eran demasiado, así que aminoró la velocidad de su Volvo, último modelo.

En eso vio por el espejo retrovisor un vehículo que se acercaba a mucha más velocidad que la suya. Una mujer se había desmayado sobre el volante, y un niño lloraba a gritos. El vehículo ya se iba contra la cerca de cemento de la autopista.

Roberto, entonces, tomó una decisión heroica. Puso su Volvo entre ese coche y la cerca, y hundió fuertemente sus frenos. Saltaron chispas, y ambos vehículos quedaron trabados, pero después de trescientos metros de frenada, los dos autos pararon. La mujer había sufrido un desmayo diabético y había perdido el control del carro. Pero el arrojo valiente de Albanés, y los frenos del auto, evitaron la tragedia.

Se necesitan coraje y resolución para hacer lo que hizo ese joven. Vio que un vehículo grande iba a chocar a gran velocidad, e interpuso su auto. Los paragolpes se trabaron, pero frenando poco a poco, hizo que se frenara el otro también. La mujer y el niño no sacaron del accidente más que el susto, y la señora pudo ser atendida de inmediato.

Es interesante esto de frenar para que otro frene. Esa acción ha salvado a muchos en la vida moral. Un hombre de Caracas, Venezuela, que acostumbrara a pasar todos los viernes un buen rato en la cantina con su amigo, decidió un día ponerle freno al asunto. De ahí en adelante cada viernes bebieron una copa menos de las acostumbradas. Así, en ocho semanas los dos se libraron del vicio.

Una muchacha, que con su prima no había encontrado mejor oficio que el de la prostitución en los Angeles, California, decidió frenar esa actividad e ingresar en una escuela. Hoy en día ambas están bien, tienen otro oficio y tienen esposo. El freno que puso una, ayudó a la otra también a frenar.

Los ejemplos abundan porque lo mismo ha ocurrido una infinidad de veces. La fuerza y el ejemplo de una persona ha sido todo lo que se ha requerido para cambiar por completo el rumbo equivocado de otra.

Querrámoslo o no, nuestra vida es un ejemplo. Todos, aunque no lo advirtamos, somos guías de alguien. Hay personas que tienen sus ojos puestos en nosotros, de modo que nuestra vida dirigirá a otro, ya sea por buen o por mal camino. Nuestros pasos se convertirán en la senda que otros seguirán.

¿A dónde los estamos llevando: a la vida o a la muerte? Aprendamos de Jesucristo cuál es el buen camino, y transitemos por él. El Señor nunca nos engañará.

 

 

 

 

 

CULTURA
Picasso era enclenque , odiaba la escuela y lo garabateaba todo

 

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