Don Guillermo Endara Galimany lo prometió la semana pasada: de regresar a la Presidencia, nombrará "a un Procurador de la Nación, que no le pese la mano para meter presos a los corruptos, sin importar apellido, posición económica o vínculo familiar" (Crítica Libre, 12 de junio).
Hombre inteligente, el ex Presidente sabe bien que los problemas de justicia y seguridad pública no se resolverán mientras continúe la inoperancia y mediocridad del Ministerio Público, organismo encargado de investigar las ilegalidades y llevar a juicio a sus perpetradores.
Por sus prolijos conocimientos, no deja de extrañar que cuando tuvo la oportunidad-servida en bandeja de plata-de encausar al Ministerio Público por senderos de profesionalismo, eficiencia e integridad, don Guillermo se dejó llevar por el amiguismo. Cuando le tocó nombrar procurador, en 1990, escogió para el cargo a Rogelio Cruz, individuo vinculado a las presidencias desechables de los militares y carente de credibilidad para enrumbar correctamente al Ministerio Público. Su gestión no fue positiva para la administración de justicia y terminó destituido en 1993.
Esos polvos traen estos lodos. Las malas decisiones de 1990 desprestigiaron al gobierno y menoscabaron aún más la efectividad del Ministerio Público. En parte por la resistencia de Endara a enmendar los vicios de la dictadura, hoy tenemos un Ministerio Público que no funciona adecuadamente.
Años después, don Guillermo promete rectificar, si vuelve a ser presidente. �Será Chito Montenegro, paladín de la transparencia, quien le habrá mostrado la luz? |