Martín Torrijos culminó ayer sus 58 meses de gestión. Es innegable el avance en materia de crecimiento el país que registró Panamá durante su mandato y las grandes obras de infraestructura que hizo su gobierno como la Cinta Costera, la autopista Madden-Colón, la carretera hacia La Chorrera, la Ciudad Deportiva, las canchas sintéticas para practicar el fútbol y el inicio de los trabajos de ampliación del Canal Interoceánico.
Sin embargo, el gobierno de Torrijos estuvo marcado por la tragedia: las grandes inundaciones en Prados del Este, las víctimas por ingerir medicamentos envenenados con diethylenglycol, los calcinados en el autobús 8-B06, los once muertos en el accidente del helicóptero SAN-100 y los desastres que originaron las inundaciones de noviembre pasado.
Las principales fallas del gobierno saliente fue el creciente nivel de la criminalidad. Cuatro directores de Policía e igual número de Ministros de Gobierno y Justicia, fue una demostración clara de las debilidades en materia de seguridad. Igual sucedió en la Educación: cambio tras cambio y ninguno de los Ministros dio resultados.
A Torrijos hay que reconocerle que fue respetuoso de la libertad de prensa y el gobierno entrante debe entender el papel vigilante que deben ejercer los medios de comunicación social. En ninguna democracia prosperan los intentos para acallar las plumas o voces por la vía que sea. También se atrevió a ejecutar los polémicos ajustes al sistema de seguridad social, que se debatía de déficit en déficit.
El mandatario que ayer cumplió su período de gobierno tuvo suerte. La economía creció en un promedio de 8% y las recaudaciones tributarias pasaron por su mejor momento; ahora a la administración entrante se enfrenta un mundo en crisis económica, cuyos efectos ya se empiezan a sentir en Panamá.
El inicio de una nueva administración trae esperanzas. Escoba nueva barre bien, reza el dicho. Ojalá que los tiempos futuros sean mejores que los pasados.